[Luis Antezana]

El fracaso de la candidatura de Hillary Clinton


Las elecciones presidenciales de Estados Unidos fueron objeto de todo tipo de análisis. Para quienes se inclinaban por los demócratas fueron una sorpresa mayúscula, mientras para los republicanos eran claras y, por tanto, anticipaban una victoria indudable.

El resultado final derivó, por un lado, en un enfrentamiento entre los “sorprendidos” que se guiaron por aspectos sentimentales, difundidos por toda clase de medios de comunicación que giraban en torno a aspectos emocionales de tipo racial, sexual, de género, etc., en absoluto carentes de sentido político, argumentos políticos que fueron sus principales armas y, por otro, la actitud serena de quienes no se dejaron seducir por cantos de sirena, prefiriendo, en cambio, un programa objetivo.

En efecto, las campañas de los demócratas contra los republicanos se concentraron en críticas sobre asuntos femeninos y morales, etc., sin ofrecer un programa que toque la búsqueda de solución a los grandes problemas que enfrenta Estados Unidos. Entre tanto, Trump, tomando el espíritu nacional norteamericano, propuso un proyecto concreto y objetivo con amplio contenido económico, no tomó en cuenta, con cierta altura, conceptos abstractos de su contrincante, táctica que le permitió contrarrestar y ponerse por encima de las malas artes de su rival.

¿Cuál fue esa arma que dio el triunfo a Trump cuando se lo veía derrotado? Fue su propuesta nacionalista de hacer de nuevo de Estados Unidos una potencia, ofrecimiento invulnerable que buscaba recuperar Norte América para los norteamericanos y evitar convertirla en colonia de potencias emergentes. Es más, se puso al frente de todos los poderosos medios de comunicación interna, los feministas, los moralistas e inclusive algunos miembros de su propio partido, considerando que el candidato financió su campaña con fondos propios.

Dos factores más aseguraban la victoria a Trump. La oposición al prorroguismo presidencial y el cansancio de ver las mismas gastadas figuras, la candidatura débil y sin visión nacional y de orientación localista de Hilary Clinton. Otro factor determinante a favor de Trump fue la ascendente corriente nacionalista mundial expresada en Inglaterra, Irlanda, Colombia, España con victorias espectaculares y contrarias al populismo utópico, por no hacer referencia al desarrollo político de Rusia, Argentina, Brasil, Bolivia, países africanos y otros.

Esos factores generales produjeron el triunfo de Trump que así, pues, no tuvo nada de sorpresivo y la derrota a Hilary, resultado que era previsible con seguridad y por encima de las encuestas, pronósticos y anuncios agoreros. No se trata, por tanto de lo que se dice de un “terremoto imprevisto”, de un “tsunami” inesperado. Así, la elección de Trump se podía pronosticar con seguridad, anticipada que fue, en efecto, confirmado por los hechos, pues el resultado práctico es lo único que vale.

Lo que finalmente puede observarse es que al margen de las personas, la humanidad es escenario de un notable ascenso del nacionalismo democrático y esa orientación política general será la que posiblemente marque el sentido político de los años por venir.

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