Educación vial, competencia social ineludible

El fenómeno del tránsito, entendido como la actividad de las personas y los vehículos que recorren una calle u otro tipo de vía de circulación, debe ser comprendido en un contexto social, histórico y geográfico, ya que el mismo está determinado, en cada lugar y en cada momento, por una serie de factores, tales como el espacio (urbano o rural) donde se desarrollan las actividades humanas, la manera en la que están distribuidas las actividades en el territorio, los medios técnicos disponibles para la circulación y las formas de control que se ejerce en los distintos lugares.

Las vías son el escenario donde se dan dos fenómenos. Por un lado, es el medio en el cual las personas se mueven como individuos que desean llegar a su destino y por el otro, es el encuentro de todas esas individualidades en movimiento. Es así que los peatones, mientras circulan, van pensando y sintiendo distintas cosas relacionadas con sus vidas. Nadie circula sólo atendiendo al fenómeno del tránsito.

Durante los últimos años, los problemas asociados al tránsito se han convertido en un tema de debate cotidiano en distintos ámbitos, tanto en los medios de comunicación como en las charlas informales. Frecuentemente, leemos o escuchamos una diversidad de opiniones sobre el mal funcionamiento de los servicios de transporte público, la congestión vehicular o el incremento de los hechos de tránsito, pero ¿quién hace un análisis sobre la necesidad de incluir la temática de la Educación vial en el sistema educativo boliviano, como alternativa para combatir el flagelo de la inseguridad vial? En ese contexto diremos que la Educación vial es el proceso sistemático mediante el cual se adquiere conocimientos y se desarrolla hábitos y actitudes favorables en relación con el sentido común y las normas que regulan la circulación de vehículos y personas en la vía pública.

Muchos consideran que el problema de la inseguridad vial conviene atacarlo desde la óptica de la penalización al infractor, es decir, imponiendo sanciones según sea el caso, pero hace falta también educar permanentemente al usuario de la vía para concientizar al mismo sobre los malos hábitos de su comportamiento en relación con su condición de conductor, pasajero, peatón o ciclista. De ese modo se aborda la problemática vial desde su origen.

Un recuento estadístico muestra un constante reporte de hechos de tránsito de toda índole. Se cuenta los fallecidos, se tabula los lesionados y se precisa los daños materiales, pero lastimosamente no podemos cuantificar cuántos hechos de tránsito se ha evitado gracias a la Educación vial impartida en forma oportuna, considerándola como una orientación que llega a la conciencia de la ciudadanía para resguardar el bien jurídico protegido supremo que es la vida.

La educación para la seguridad vial es un tema social que interesa a todos. Refiere el hecho de que las normas deben convertirse en hábitos y actitudes que nos lleven hacia un buen comportamiento vial. Esas normas de tránsito deber ser apreciadas, respetadas y consideradas como un bien social, en pro de la defensa de la vida. Es por ello un tema fundamental para la formación integral de niños, adolescentes y jóvenes estudiantes durante su formación educativa; estos aspectos deben captar la atención de toda la sociedad en su conjunto: autoridades, instituciones públicas, empresas del sector privado, organizaciones no gubernamentales y ciudadanos de a pie deben estar comprometidos en esta cruzada que busca la inclusión de esta temática en el sistema educativo boliviano a partir de la gestión 2017.

“La seguridad consiste en llevar a la realidad nuestras aptitudes”.

El autor es docente UNIPOL.

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