INTELIGENCIA EMOCIONAL
La negatividad así como la positividad son formas de vida que producen resultados completamente diferentes.
Para practicar la negatividad como forma de vida no se necesita ni se requiere instrucción alguna, la negatividad se la puede practicar hasta en el más profundo estado de ignorancia; solo se requiere tener suficiente apatía, creerse muy inteligente y pensar que todos los demás son unos tontos y que uno es el más listo, no se necesita ni estudiar ni trabajar, siempre habrá alguien que nos mantenga; ese es, más o menos el criterio de las personas que sin saber practican la negatividad, solo que, más adelante, en el camino, en el camino de la vida les esperan no tan agradables sorpresas.
En cambio, para practicar la positividad se requiere un corazón sincero, una mente noble o simplemente buena, y una total disposición a hacer algo para poner en orden nuestra vida, nuestros estados mentales, nuestras relaciones y nuestros deberes y obligaciones que la vida nos impone.
Practicar la positividad es como un deporte de la mente, solo se necesita, de comienzo, aprender a distinguir o diferenciar a un pensamiento negativo de uno positivo y una vez que se haya logrado aprender el criterio clasificador de los pensamientos, se lo debe utilizar ampliamente para ir descubriendo y reconociendo todo el mar de pensamientos negativos que nosotros mismos elaboramos y los que los demás, de forma desinteresada, nos ofrecen en su debida abundancia.
“No voy a poder”; “No he podido” (El lema de los fracasados); “Mis padres me molestan”; “Eso no es para mí”; “En este país no se puede”.
Estos son algunos ejemplos de pensamientos negativos que tienen la cualidad de desanimar, de desalentar y de incapacitar de antemano a las personas.
“Esto es fácil”, “Yo puedo y podré”, ”Cumplo mis compromisos con agrado”, “Soy puntual”, “Me siento seguro de mí mismo”, “Respeto a mis padres y los amo”, “Doy lo mejor de mí”, “El estudio es el instrumento de los triunfadores”, “Estamos cada vez mejor”.
Como podrá apreciar nuestro querido lector, la diferencia entre pensamientos positivos y negativos es notable; los pensamientos positivos dan fuerzas, dan esperanza y motivación; permiten a cada individuo sacar las cosas más nobles de su corazón y desarrollar de manera progresiva hacia sus metas y objetivos de su vida; hacen de cada persona una bendición y un motivo de orgullo; permiten el salto de la limitación personal a la consecución de conciencia y de bondad interior; construyen y permiten que cada cual pueda edificarse a sí mismo y se convierta en su propio maestro y mentor, para hacer de su vida, una gran obra: la gran obra maestra que cada cual puede lograr, cuando logran encender la llama de la sabiduría y de la voluntad.
Para iniciarse en la práctica de la filosofía de la positividad, comience por tomar la decisión de pensar el siguiente pensamiento durante dos días seguidos: “Yo soy una persona de éxito y lograré mi propósito personal”, manténgase en estado de oración con dicha afirmación, es decir, manténgase repitiendo dicho pensamiento durante dos o más días hasta que pueda experimentar por si mismo los agradables y constructivos efectos de un pensamiento positivo y si cumple con la ley de la perseverancia, su premio será su nueva y positiva identidad, indudablemente, todo comenzará a mejorar en su mundo y en sus respectivos asuntos; nos vemos en el artículo de mañana.
Afirmación constructiva para escribir diez veces o más:”Mis éxitos son la alegría de mis padres”
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