Escabroso congreso del partido oficialista

Esta semana se realiza en Santa Cruz el Noveno Congreso del partido gobernante (MAS) en medio de una serie de problemas internos, dificultades externas y los comentarios adversos de partidos y organismos sociales. Durará dos días y sus dirigentes pronostican que estarán presentes por lo menos cinco mil delegados que debatirán un sendo programa que comprende aspectos ideológicos, políticos, orgánicos y, en especial, la solución de asuntos de carácter electoral, entre los que se destaca la anulación de los resultados del referéndum de febrero pasado y, en su caso, la elección de los candidatos para las elecciones nacionales del año 2019.

El asunto más candente que tratará el evento será la reforma de la Constitución, para que se pueda habilitar como candidatos para la re-re-elección presidencial tanto al presidente Evo Morales, como al vicepresidente del Estado, Álvaro García Linera, reforma constitucional consagrada por el referéndum realizado a principios del presente año, el mismo que dio por resultado un rotundo NO, vale decir que los dos gobernantes aludidos quedaron fuera de la contienda electoral próxima y que, por tanto, deben retirarse a sus cuarteles de invierno.

La reunión deberá estudiar la aguda crisis económica que atraviesa el país en general y al mismo tiempo, el deterioro que sufre el Estado, tanto en sus cuatro órganos administrativos como otros de nivel secundario, problemas que se pusieron al desnudo por la crisis del agua y la tragedia del avión de LaMia, aspectos que revelaron profundos problemas en el Órgano Ejecutivo, al extremo que se planteó una crisis de gabinete o, por lo menos, la salida de varios ministros para ser reemplazados por otros que corrijan la ineficiencia, irresponsabilidad, corrupción y otras cuestiones que predominan en el funcionamiento del aparato del Estado y la necesidad de dar un golpe de timón para evitar los rompecabezas que se multiplicaron a partir del “caso Zapata”.

Otro asunto es la deserción del congreso de la dirección de la Central Obrera Boliviana (COB), que se pronunció en sentido de que no acepta la re-re-elección de los actuales mandatarios porque no se respetaría la sagrada decisión del Soberano de febrero pasado. También que algunos sectores “se dieron la vuelta y están traicionando su política ideológica”. Otro asunto será proceder a una crítica de los ministros de Estado, su expulsión, la designación de candidatos para sustituir a los expulsados y, a la vez, conocer las medidas para una “purga” en todos los niveles de la administración, donde se registraron ostensibles casos de “deslealtad”.

Es posible, sin embargo, que dicho congreso no reforme la ideología populista de derecha que inspira a la tienda partidaria oficial y se dé la posibilidad de reformarla hacia un objetivo real y no utópico o bien adoptar medidas heroicas para resolver los grandes asuntos nacionales para conducir la nave del Estado hacia buen puerto.

En todo caso, se trata de un concilio de significación, considerando que los ciclos históricos se cumplen y los partidos políticos nacen, se desarrollan y mueren inexorablemente.