En la vida de los pueblos, por múltiples razones se han producido reacciones y hasta complots contra los gobiernos, especialmente cuando éstos tenían la característica de ser ilegales o dictatoriales porque no fueron efecto de las decisiones ciudadanas expresadas mediante el voto. También se han producido reacciones y confrontaciones por parte de grupos disidentes con las autoridades legalmente constituidas porque se buscaba transparencia de políticas económicas, sociales o de otra índole porque se creía que el actuar gubernamental no estaba acorde con alguna ley o, finalmente, no respondía a los intereses generales.
Los delitos o faltas cometidos en contrariedad con las autoridades o incumplimiento de disposiciones legales, muchas veces han dado lugar a que se adopten medidas punitivas contra los autores que fueron condenados a prisión, exilios, destierro o prisión domiciliaria. Hubo casos en que las simples desavenencias personales o diferencias ideológicas han dado lugar a destierros, privación de libertad y exilios, sin un accionar de los tribunales de justicia en base a la Constitución y las leyes; en otras palabras, se han adoptado medidas con vulneración flagrante de las leyes y de los Derechos Humanos consagrados internacionalmente.
Sin embargo, los delitos políticos, o simplemente faltas que han sido consideradas contrarias a las autoridades han implicado, pasado algún tiempo, la dictación de amnistía como medio de olvido de hechos calificados como atentados al régimen imperante. El clamor popular en todos los países que tuvieron políticos que han sufrido sanciones tan sólo por ser, sentir, obrar y pensar en forma diferente a las autoridades, han surgido siempre los pedidos para que la autoridad gubernamental apruebe una amnistía general que “borre” lo que consideraban que estaba mal; pero, no siempre ese pedido que buscaba la aplicación del olvido y alejamiento de rencores, resentimientos, etc. sean olvidados; no correspondería hablar de perdón cuando en realidad no hubo contravención a las leyes ni daño directo a una autoridad legítimamente constituida.
Olvidar los “delitos políticos” como calificaría el gobierno, caso de posibles implicados en actitudes de complotar, o haber sido inculpados por hechos que, se dice, tenían que ver con los crímenes cometidos en el Hotel Las Américas el año 2009 y que nunca tuvieron sentencia por juicio alguno, porque se entiende que son inocentes entre los que está un general de la República, enfermo desde hace muchos años, y cuyo único “delito” es ser inculpado de ser parte de acciones separatistas. También están los ciudadanos culpados de “terrorismo político” o de desacuerdos con el gobierno que se han visto obligados a abandonar el país o pedir asilo político; el caso de D. Leopoldo Fernández que recientemente se le cambió la prisión por arresto domiciliario pero que igualmente lo priva de libertad cuando, sin juicio alguno, lo lógico es que sea considerado inocente de todo cargo. Están los casos de disidentes que se sienten amenazados por la acción de fiscales o jueces obsecuentes al gobierno; en fin, todos los que han sido considerados por el gobierno y su partido como opositores.
El gobierno, por simple humanidad, debería aprobar una amnistía general que sería un derecho de quienes se ven marginados del beneficio de libertad y goce de derechos. La amnistía, en todo caso, no es una dádiva, ni una prebenda y menos una concesión gratuita y graciosa, es un derecho que tiene todo ciudadano, especialmente si es acusado por delitos endilgados y no probados ni juzgados con pruebas.
Es importante que el gobierno, con miras a lograr la tranquilidad del país y como un homenaje a la Navidad, recordatorio del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, apruebe una amnistía sin restricciones por motivos político-partidistas, y lo haga alejado de temores de que esas personas amnistiadas “puedan atentar” contra el régimen gobernante.
No son las discordias ni las posiciones radicales ni los desacuerdos o diferencias político-partidistas los factores que nos unirán desechando odios, resentimientos y divisiones; es la unidad de todos los hijos de esta patria que, en armonía y respeto, podamos adoptar conductas que concuerden con los intereses del país y el retorno a sus hogares de quienes están alejados o en prisión o perseguidos y finalmente de toda la comunidad nacional que espera tiempos de amor, paz, concordia y unidad.
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