Con música, baile y canto, los adultos internos y externos del Hogar María Esther Quevedo revivieron la navidad de antaño, y confraternizaron en medio de historias de vida, que guardan los abuelitos.
La directora del Hogar Quevedo, Betzy Luna, informó que la población institucionalizada de adultos mayores, que no cuentan con un referente familiar, decidió realizar una actividad de interacción social en la comunidad para recordar la navidad de antaño.
En el evento festivo se interpretaron canciones, se bailaron temas de antaño y también se tocaron villancicos con armónicas. Se compartió una salteña y un refresco entre los invitados especiales y la comunidad del hogar.
“Los adultos mayores al no tener familia siempre recuerdan la época navideña y es por ello que en este tipo de eventos impulsamos a los abuelitos a que expresen lo que sabe”, dijo.
El Grupo de Apoyo Civil a la Policía (Gacip), los estudiantes que realizaron sus pasantías e invitados especiales del Servicio de Gestión social (SEDEGES) de la Gobernación del departamento de La Paz, acompañaron durante la mañana de ayer, a los adultos mayores.
El hogar Quevedo tiene actualmente acogidos de forma interna a 37 adultos mayores, en total estado de abandono (18 varones y 19 mujeres), a estos se suman los abuelos externos, que reciben una beca comedor los 365 días del año.
EVALUACIÓN
Una evaluación psicosocial que se realiza en los adultos mayores permite la incorporación de estos de forma transitoria o de por vida, a través del Hogar Rosaura Campo se realizan también algunas de las transferencias.
“Muchos de los adultos mayores están acá por abandono de su núcleo familiar y no tienen un sustento económico, les falta mucho amor a nuestros ancianos, ellos quieres atención e interrelación con la sociedad”, concluyó.
JUAN
Juan Ordoñez llegó al Hogar Quevedo, tiene 69 años, fue víctima del alcohol y dependiente de la calle, tiene una estadía de 7 años en el hogar y vive acompañado de sus nuevos amigos.
“Yo he vivido en la calle y en la pobreza, nunca he vivido una navidad en familia; ahora puedo compartir con gente extraña, que ahora son mis amigos y no quiero volver al pasado, porque ahora tengo un plato de comida y un lugar donde dormir”, contó.
Por su parte, Julian Pinto, luego de 42 años de trabajo asalariado, perdió las fuerzas para seguir trabajando; llegó al Quevedo hace seis años atrás solo y por recomendación de un amigo, que le decía que podía recibir comida.
“Yo tengo un hijo pero él ya tiene su familia, y siempre hemos vivido separados, nunca hemos vivido juntos. Antes cuando tenía fuerzas podía trabajar y pagar mi alquiler de un cuarto, 250 Bs, pero de repente no tenía fuerzas y es por eso que mis amigos me apoyaron y me impulsaron a venir acá, luego de una inspección, me acogieron en el hogar donde gracias a Dios tengo alimento, vestimenta, y lugar para descansar no me ha faltado”, comentó.
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