Retomando la revisión sucinta del libro de Jorge Espinoza Morales, este periodo está basado en un trabajo de John Barclay Pentland, enviado por el gobierno británico, quien produjo el documento: “Informe sobre Bolivia 1826”, el que cubre aspectos económicos, sociales y políticos que eran de interés para los intereses británicos, el capítulo relativo a la minería, que era “la columna vertebral de la economía boliviana” hasta casi el final del siglo pasado.
Este informe muestra que las exportaciones bolivianas en 1826 alcanzaban a un total de US$ 3.613.750, de las cuales 95% lo constituían la plata y el oro (73 y 22%), el estaño ya aparecía con un 2%. Nuestro autor destaca que “el hecho que las exportaciones mineras signifique más del 90% del valor de las exportaciones totales, persistió hasta la década de 1960”. Las importaciones en ese mismo año sumaron 3.630.784 dólares, ligeramente superiores a las exportaciones. Un retrato que nos recuerda el momento actual en que la economía de nuestro país se ve amenazada por el agotamiento de los hidrocarburos y nuestras importaciones empiezan a superar a las exportaciones en los últimos 3 años.
Resulta interesante referirse a las minas de esa época: Las minas de oro de Tipuani, trabajos de lavadero, situados a ambos lados del río. La cantidad de oro producida pasó frecuentemente el millón de dólares por año.
En cuanto al Illimani, sorprende saber que: “la gigantesca montaña está formada por estratos de arcilla en transición, atravesadas por numerosas vetas de cuarzo, en las cuales están diseminadas masas de oro nativo y piritas auríferas. Así que en la actualidad no debe sorprendernos el que empresas chinas estén trabajando estos yacimientos, lo cual simplemente ha sido puesto a la luz pública en relación con la sequía que azota a la ciudad de La Paz.
Sobre Potosí, “montaña excavada en todas direcciones, en un momento dado se registró la apertura de 8.000 minas en su extensión, si es que esos trabajos pudiesen llamarse minas. En 1827 solo seis minas, hablando en propiedad, estaban en estado activo, proporcionando minerales que contienen entre 3 a 4 onzas por libra”.
Otros nombres de minas de la época: Porco, Ciporo, Portugalete, Lípez, Atacama, Aullagas, Moromoro, Ocurí, lavaderos de oro de Chayanta.
Se hace un comentario sobre las desventajas de la industria minera de esa época: “falta de capital, escasez de trabajadores, irregularidad en el abastecimiento de azogue (esencial en los tratamientos de recuperación de los minerales), falta de conocimiento entre aquellos comprometidos en operaciones mineras y los altos derechos exigidos por el gobierno sobre el producto de las minas”.
Por último, interesa destacar que “la segunda mitad del Siglo XX dio lugar al desarrollo de la oligarquía de la plata, cuyos representantes más conspicuos fueron José Avelino Aramayo, Félix Avelino Aramayo, Aniceto Arce y Gregorio Pacheco”.
Nombres muy familiares a todos los bolivianos, particularmente los Aramayo que hicieron inmensa fortuna y se fueron a vivir en Europa, desde donde siguieron teniendo el control de las numerosas operaciones mineras y el hecho de que en 1868 Félix Avelino Aramayo instaló en Londres una fundición y una planta de refinación de bismuto.
Este capítulo cierra con referencia a la Guerra del Pacífico entre 1879-1880, que dio lugar a la pérdida del departamento del Litoral con aproximadamente 120.000 Km2 y su costa marítima de 400 Km. Pérdida sobre la cual estamos en una batalla hasta el presente que nos permita recuperar nuestro acceso al mar.
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