¿Qué haría S.E. si no dedicara todo su tiempo a inaugurar obras y congresos? Moriría de tedio encerrado en el Palacio. Porque, según dicen, S.E. está en su despacho a las 5 de la mañana, cuando toda la administración pública duerme a pierna suelta. Además de tomar desayuno, sólo puede hablar con algún funcionario somnoliento. Es por eso que a las 8 ya está embarcado en un helicóptero o en el Falcon devorador de gasolina, viajando a inaugurar algo. Hay que reconocer que hay alguien inteligente en el MAS, alguien que además de inteligente es socarrón. Ese personaje es el que ha impuesto la genialidad, aunque costosa, de “Bolivia cambia, Evo cumple”. Con ese programa S.E. quedó lejos del circuito palaciego, festejando éxitos por Aiquile, Yacuiba, Guayaramerín, Chimoré o Porvenir.
La treta está en que S.E. inaugure algo y que lo transmitan por la Tv del Estado. Mejor si con un partidito de fútbol. La cosa es inaugurar obras, congresos, coliseos, cualquier cosa. Así, S.E. está todos los días en primera plana, creyendo que gobierna rompiendo ollitas de chicha, y como la Tv del Estado llega a todos lados, lo ven. Entonces la gente cree que S.E. es un incansable trabajador, un deportista ejemplar, cuando en el fondo es nomás un hombre inquieto, que no quiere aburrirse en un solo sitio.
Cuando se lanzó el satélite chino de los 300 millones de dólares, la propaganda masista hizo llorar a medio país, aunque hasta ahora el Von Braun boliviano no ha llegado a convencer para qué sirve el fabuloso ingenio. Pero el Túpac Katari se fue al espacio y no volveremos a saber más de él como tampoco de los 300 millones. La inauguración del ingenio azucarero de San Buenaventura, en un lugar donde no hay caña de azúcar es otro ejemplo patético, inmisericorde. Como la carísima planta de urea en Bulo Bulo lejos de los compradores potenciales, o los aeropuertos internacionales en Oruro, Chimoré y Potosí, donde no aterriza ni un solo avión comercial. A esto se suman mercados, el cuartel en Warnes, coliseos, y miles de obritas de menor cuantía.
Las inauguraciones de congresos políticos son frecuentes, pero, por lo menos, ahí S.E. se tira menos plata, más saliva, y exhibe toda su elocuencia. El libreto de los discursos no ha cambiado en 11 años: palo al imperio, palo a los neoliberales, palo a la república, palo a la oligarquía. Y loas a las Bartolinas, “movimientos sociales”, Maduro, Lula, y a algunas de las satrapías árabes como fue, por ejemplo la de Gadafy. Pero S.E. viaja y disfruta.
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