Pragmatismo y positivismo en discurso presidencial

Resulta innecesario de momento hacer un análisis del contenido del reciente mensaje presidencial emitido con motivo de la recordación de otro aniversario del régimen actual, por la abigarrada cantidad de datos numéricos y la dificultad de comprobarlos. En cambio, el mensaje puede ser estudiado en su forma, para evitar caer en el mismo sistema de observación.

En primer lugar, se trataría de un mensaje de tipo positivista, en el sentido de que esta forma de ver las cosas se caracteriza por ser una de las más difundidas corrientes en la filosofía conservadora europea y americana. Al mismo tiempo, cree que está por encima tanto del materialismo como del idealismo y se basa no en deducciones generales, sino únicamente en hechos concretos, positivos.

De otro lado, el mensaje tiene carácter pragmático, que es también una corriente idealista subjetiva, en la concepción contemporánea de la realidad. El centro de esta “filosofía” señala que el significado de la verdad se fundamenta en la utilidad práctica. Vale decir que no entiende por utilidad práctica la confirmación de la verdad mediante el criterio de la práctica, sino solamente de aquella que satisface los intereses subjetivos de los individuos. Tal explicación refleja el estrecho practicismo de la elite de países conservadores.

En otro aspecto, la extensa disertación presidencial se deslizó en la teoría ética elitista reaccionaria, según la cual el criterio de la moralidad se funda en el provecho que un acto proporciona al individuo, como la facilitación de la mayor felicidad al mayor número de personas, atendiendo los intereses particulares de éstas. También se basa en que la moralidad de un acto se puede calcular por satisfacciones y sufrimientos obtenidos como consecuencia del acto en cuestión. En esa forma, las tendencias positivistas y pragmáticas mostraron la estructura conservadora del pensamiento del régimen actual en Bolivia.

El discurso también reveló una tendencia al sensualismo populista que explica que el conocimiento no es una imagen de las cosas exteriores y que, al mismo tiempo, considera que las sensaciones son, en esencia, supervivencias subjetivas y no reflejan el mundo objetivo exterior, por cuanto, desde ese punto de vista, no existe. En ese sentido el detalle numérico perdería su importancia, más aún por el erróneo carácter analógico de los datos que proporcionó a lo largo de casi seis horas.