La noticia de perfil
Como la mayor parte de los pobladores de La Paz, mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo se contagió del fervor que sentimos todos los bolivianos por cualquier advocación que pudiera aliviar la pobreza de “un mendigo sentado en un trono de oro”, figura literaria que resulta pintando la realidad de este pueblo con sabiduría incontrastable.
La periodista sagaz estuvo a las doce horas del día del Ekeko en inmediaciones del Palacio Real junto a la catedral paceña, donde adquirió diversas miniaturas con la ilusión de mejorar mi suerte, la de ella y también la del Presidente, quien se había visto obligado a viajar a la Republica Dominicana, donde los pobres de América se habían congregado para estudiar las cualidades del magnate norteamericano Donald Trump, cuya riqueza particular es mayor a la de varios países latinoamericanos.
Llevada de su idolatría por el Ekeko, compró una gallina para que nuestro mandatario pudiera encontrar una warmi que lo acompañara en su labor y pudiera aliviar su soledad en momentos en que él regresa a sus eventuales dormitorios. De igual forma adquirió treinta camiones para el ex-ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana. También consiguió una miniatura del “Pacto Fiscal” para los ilusionados gobernadores que siempre andan en pos de recursos para sus regiones.
Le pregunté a mi colega periodista si en sus adquisiciones había algo para nuestro vicepresidente Álvaro García Linera, respondiendo la bambina que había conseguido para éste un título en miniatura que lo acredita como “Licenciado en Ciencias Ocultas” con mención en Marxismo Leninismo.
Aprovechando del favor del Ekeko, también adquirió un seguro para el avión presidencial, porque nuestro mandatario, debido a la gusanera que lo afecta, no puede estar quieto y sentado en su silla presidencial.
Para justificar su idea de que somos un país de Alasita le recordé a mi comadre que no debemos hacer caso de ser un país de miniatura, pues sólo Lima -capital del Perú- tiene más habitantes que Bolivia entera; debemos mantener el espíritu en alto, somos un “Jacha” país, cuyos pobladores fieles a sus costumbres acuden a personajes como el Ekeko, la Virgen de Urcupiña, la Virgen del Socavón y al Tío de la mina, en una mezcolanza de creencias, para alentar las ilusiones y la fe en un futuro mejor.
Para a nadie despreciar, Macacha me dijo que creía en todas las divinidades, chicas o grandes, blancas o morenas.
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