En tan solo una semana

La primera semana de gobierno de Donald Trump ha sido una prueba de que, con su presidencia, el mundo está embarcado en una ruleta rusa. Los primeros vértigos han ocurrido con la salida de Estados Unidos de la Alianza Transpacífico (APP) de libre comercio cuando no había cumplido un año de su firma, con 12 países participantes que suman el 40% del comercio mundial, y la controversia sobre un muro en construcción sobre la frontera con México que ha puesto en jaque al comercio binacional más dinámico del hemisferio. No menos vertiginoso ha sido el desplazamiento sobre temas que involucran la libre expresión, los medios y los periodistas. Muchos analistas temen que todo esto sea solo una tarjeta de presentación de la presidencia de Trump en la primera de las 210 semanas del mandato que ganó el 8 de noviembre.

La secuencia veloz de decisiones no ha permitido todavía una evaluación detenida de las consecuencias individuales y colectivas para los países de América Latina, pero empieza a calar en las cancillerías la convicción de que el cambio producido está para quedarse.

La primera ronda tiene por escenario el comercio con México y la muralla fronteriza en construcción desde hace más de 20 años y que Trump ha decidido apresurar y concluir. Diseñada para prevenir la inmigración ilegal, la cuenta de miles de millones de dólares por esa obra, la pagará México, ha dicho y redicho el nuevo gobernante, así sea en cuotas. La respuesta mexicana ha sido un no persistente. Este antagonismo ya tiene bajas. La primera ha sido la cancelación de la visita que el presidente Enrique Peña Nieto planeaba realizar a Washington esta semana. Las ruinas de la relación bilateral se proyectan sobre el comercio bilateral de 550.000 millones de dólares anuales, en ambos sentidos, con un saldo favorable para México de más de 50.000 millones de dólares el año pasado.

Durante una tensa conversación telefónica después de la cancelación de la visita, Trump le dijo a su colega el jueves que México tenía todas las ventajas en la relación comercial con su país. Muchos cuestionaban la afirmación del flamante mandatario de que los negociadores norteamericanos se habían dejado tomar el pelo con sus colegas mexicanos. Trump anunció aranceles de 20% sobre todos los productos mexicanos, y luego habló de un 15% al 5%. La imprecisión trajo la idea de que el anuncio había sido apresurado.

Este fin de semana no estaba claro si habría aumento arancelario horizontal. También estaba oscura la repercusión que eso tendría sobre los bolsillos de los consumidores en Estados Unidos, que verían escalar los precios de los productos mexicanos, inclusive el del tequila, las margaritas y las tortillas con maíz mexicano. La lista sería interminable con las manufacturas, desde los lavaplatos hasta los refrigeradores y automóviles en la mesa de apuestas. El presidente Trump proclamaba que se dispone a recuperar empleos, pero muchos dudaban de la eficacia del método de choque escogido. Una conclusión unánime era que, de repente, el libre comercio había recibido el golpe más duro desde que se volvió un mantra en los últimos 30-40 años.

Con menos repercusión externa, llegó al rojo vivo el debate sobre la libre expresión y la seriedad del mandatario cuando, en una reiteración incomun en Estados Unidos, dijo que los medios eran mentirosos, deshonestos y vanguardia de la oposición a su gobierno. (El parecido con situaciones equivalentes en otras latitudes era solo casual.)

La seriedad de los operadores de relaciones públicas del mandatario estuvo cerca del desplome cuando la asesora Kellyann Conway intentó respaldar al portavoz de la Casa Blanca que había dicho que la multitud en la posesión de Trump había sido la más numerosa de la historia reciente “y punto”. Los periódicos replicaron publicando fotos de las multitudes mayores en la posesión de Barack Obama y de George W. Bush. La asesora acuñó entonces una expresión ahora registrada en los anales éticos del periodismo: el portavoz se había limitado a presentar “hechos alternativos”. No fue extraño que estos días las librerías hubiesen registrado récords de venta de “1984”, de Orwell.

http://haroldolmos.worrdpress.com