Los 5 peores fusiles de asalto del siglo XX

Un grupo de expertos ha seleccionado ejemplos de lo que resulta cuando las ambiciones de los militares no corresponden a las capacidades de los diseñadores.

Existen armas que tienen la fama de desgraciadas: los diseñadores se esforzaron demasiado en complacer a sus clientes o carecían de tiempo y fondos para crear modelos eficaces o, lo contrario, la excesiva financiación llevaba a la creación de monstruos.

A partir de las evaluaciones de expertos militares e historiadores, el portal Lenta.ru ha seleccionado los cinco peores fusiles de asalto del siglo pasado por considerarse incómodos, ineficaces o nada fiables.

FUSIL DE SOLDADOS DESECHABLES

El fusil semiautomático alemán Volkssturmgewehr VG-45 (‘Fusil de milicia’) fue creado al final de la Segunda Guerra Mundial y, según su nombre indica, fue pensado para suministrarlo a la milicia nacional, llamada ‘Volkssturm’.

Adolf Hitler ordenó la movilización total al Volkssturm de los hombres de entre 16 y 60 años de edad. Según cálculos de los líderes nazis, contabilizaban unos seis millones de personas. Para abastecerlos con armas se decidió diseñar fusiles simplificados que fueran lo más fácil posible producir.

EL MÁS FABRICADO DE ESTE PROGRAMA -UNAS 10.000 UNIDADES- FUE EL VG-45 POR GUSTLOFF WERKE

Aunque tenía aspecto de haber sido fabrica-do en un garaje, empleó una innovación de aquel entonces: el cartucho intermedio de 7.92x33 mm Kurz y un mecanismo de recarga mediante retroceso retardado por gas, donde el gas del cartucho disparado era desviado desde el cañón a la recámara para crear resistencia al movimiento hacia atrás de las piezas operativas.

El arma era incómoda, imprecisa y poco fiable, que sin embargo, convenía a los soldados ‘desechables’ de las barricadas de Berlín en 1945.

INGENIO TEUTÓN SIN VAINA

El Heckler & Koch G11 fue el fusil de asalto sin vaina de Alemania Occidental, un esfuerzo de crear un arma del futuro que no solamente fue anunciado a todo el mundo, sino también fue puesto en servicio.

En el arma, desarrollada durante las dé-cadas de 1970 y 1980, el elemento explosivo era la nitrocelulosa, que se insertaba en el cañón. Luego se introducía dentro del bloque de nitrocelulosa una bala y durante el disparo el bloque se quemaba. Debido a esto, la masa total de la munición fue reducida significativamente.

El fusil se destacaba por su forma prismática y el formato ‘bullpup’, en el cual los mecanismos y el cargador se encuentran detrás del disparador.

El cargador, que se movía durante los tiros, se colocaba por encima del cañón y los cartuchos se introducían en la recámara ubicada en la parte trasera verticalmente abajo, después de lo que la recámara se volvía a 90 grados.

Debido a la complejidad de los mecanismos, el G11 fue comparado con frecuencia con un reloj compacto. La vida útil del arma resultó ser inaceptablemente corta, y su funcionamiento poco fiable, además de la fragilidad de los cartuchos sin vaina.

El programa anunciado por todo lo alto fue suspendido a principios de la década de 1990 con el pretexto de los altos cos-tes de la incorporación del nuevo cartucho.

UN 'KALÁSHNIKOV' ESTROPEADO

En la década de 1980, siguiendo la ‘moda’ de la época, las Fuerzas Armadas de la India optaron por un cartucho de calibre más pequeño, el 5,56 mm OTAN. Para poder utilizarlo, el país diseñó, desarrolló y fabricó un nuevo sistema de armas de infantería que incluía un fusil de asalto, una ametralladora ligera y una carabina.

Este fusil de asalto, el INSAS, mezcló varios elementos de otras armas similares —el AK-47 Kaláshnikov soviético, el FN FAL belga y el HK 33 alemán, entre otros— y poseía un aspecto exterior muy similar a los kaláshnikov soviéticos. Sin embargó, no heredó nada de su mítica fiabilidad.

El arma se introdujo en 1998, justo a tiempo para el conflicto militar de 1999 contra Pakistán. Los combates se libraron a altitudes superiores a los 5.000 metros y con temperaturas por debajo de -40ºC. En estas condiciones, los INSAS se encasquillaban con frecuencia, sus mecanismos se congelaban y sus cargadores, fabricados por una empresa de mobiliario plástico, se rompían con el frío. Un número indeterminado de bajas fue atribuido a las múltiples fallas del fusil.

Pese a sus posteriores modificaciones, esta arma, que contabiliza 300.000 unida-des en las Fuerzas Armadas del país, siguió siendo considerada como poco fiable y dada a súbitos bloqueos. Como consecuencia de ello, las tropas encargadas de combatir a las guerrillas maoístas en ciertas zonas del país preferían usar el AK-47 en sus patrullas.

LA NO AMETRALLADORA CHAUCHAT

A menudo se le describe como la peor ametralladora ligera: la francesa CSRG M1915, o la ametralladora Chauchat, ‘en honor’ de su diseñador principal. Se dice que era tan mala que los soldados preferían los fusiles habituales. Se distingue por su diseño extremada-mente incómodo: la parte posterior del cajón de mecanismos se encuentra sobre la culata y justamente debajo de la mejilla del tirador.

La recarga de la CSRG M1915 se acciona con gas y energía del retroceso largo del cañón, mientras que el sofisticado mecanismo de disparo permite disparar en ráfagas y en el modo semiautomático.

Los cargadores semicirculares eran uno de los problemas principales, ya que tenían perforaciones para controlar cuántos cartuchos quedaban. En las condiciones de guerra de trincheras los cargadores se taponaban con nieve y barro, algo que reducía la ya baja fiabilidad del arma.

La cadencia de la Chauchat era baja, 250 disparos por minuto, que recuerda a los tiros dinámicos con una carabina semiautomática.

Fue diseñada no tanto como ametralladora sino como fusil de asalto, un arma portátil que aumentaría el poder de fuego de las unidades de infantería duran-te avances contra el enemigo. Ideada para la producción en masa por plantas no especializa-das, el mayor fabricante fue la planta de bicicletas Gladiador.

Se trata del arma automática más producida durante la Primera Guerra Mundial, por haber sido fabricadas 260.000 unidades. Pero la calidad variaba en función del fabricante y la adaptación estadounidense para el cartucho .30-06 finalmente arruinó la reputación del arma.

SA80: DESASTRE BRITÁNICO

La familia SA-80, incluida la versión del fusil de asalto L85A1 y la ametralladora ligera L86A1, fue incorporada a las Fuerzas Armadas del Reino Unido a mediados de la década de 1980. Al lanzarse su explotación, el L85A1 re-veló varias deficiencias como la poca fiabilidad de recarga, la baja vida útil de ciertos elementos y una débil resistencia a la corrosión.

El arma era incómoda: el centro de grave-dad estaba desplazado hacia atrás, además las vainas expulsadas hacia la cara del tirador y la moción del mango de cerrojo prácticamen-te no permiten disparar desde el hombro izquierdo.

En el 2000, Heckler & Koch (Alemania) fue contratada para modernizar 200.000 de los 320.000 ya fabricados L85. Según datos oficia-les, los problemas de fiabilidad fueron resuel-tos pero la utilización de los fusiles en Afganis-tán a finales de este siglo no dio buenos resul-

tados.

Mozambique, que compró un suministro de L-85 para su Ejérci-to, pronto los rechazó a favor de los Kaláshnikov, que pasaron la prueba de tiempo. Por eso no es de sorpren-der que tanto la ban-dera como el emblema de ese país africano luzcan este fusil de asalto ruso.

Fuente: RT.

 
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