Con la asunción de Donald Trump a la presidencia de los EEUU es necesario volver a reflexionar sobre la temática de la globalización, de la internacionalización y de la integración de la economía mundial, debido a que tanto su discurso preelectoral como las medidas que inicialmente está tomando ponen en el tapete de la discusión este proceso, entendido, fundamentalmente, como el camino hacia la plena libertad económica, es decir, libre movimiento de las personas, de los bienes, de los servicios y del capital, entre las diferentes naciones del mundo.
Como en todo fenómeno complejo hay dificultades en encontrar una definición precisa, que pueda abarcar todo lo que hoy se está entendiendo por globalización. Desde una perspectiva es ante todo un hecho económico, pero también lo es político y puede abarcar a otras actividades más de la vida humana. Pero es un hecho que se lo vive cotidianamente, siendo los medios de comunicación los que mejor diariamente no los recuerdan y, también, nos lo enseñan.
Intentando hacer una definición de la globalización, podemos señalar que éste es un proceso complejo e inevitable del desarrollo económico de la humanidad y de los pueblos, en su camino a un mayor bienestar material y que a su vez es también una exigencia para el desarrollo económico, sobre todo para los países que se denominan en proceso de desarrollo.
Debido a este hecho, hoy, los ciudadanos de un país consumen bienes y servicios provenientes de otros países y, cada vez, de manera creciente. Las empresas producen un bien ya no en un sólo país sino en varios, de manera tal, que los bienes ya no tienen una nacionalidad determinada como antes los tenían.
Las empresas de unos países se fusionan con empresas de otros países, y las inversiones, monedas y activos financieros de unos países se los negocia en otros y se los moviliza a velocidades vertiginosas de un momento a otro, y de una región a otra. La globalización quiere decir que el mundo se ha hecho uno solo. Es necesario reflexionar sobre este proceso denominado la globalización y buscar explicar la forma cómo se fue dando en el tiempo. La mejor forma de hacerlo sería mostrar cuál ha sido la evolución de la economía mundial, a través de diferentes indicadores económicos como crecimiento del producto, empleo, inversión y, en particular, todo lo referido a las relaciones económicas internacionales. Ver cómo países atrasados ingresaron a la fase del desarrollo.
También sería necesario indagar los antecedentes de este proceso, para lo que es inexcusable tener que referirse a la crisis económica mundial de 1929, al pensamiento keynesiano y a sus consecuencias deseadas y no deseadas, a la aparición de las denominadas empresas multinacionales y al conflicto que se presenta entre los Estados nacionales y las empresas multinacionales.
Habría que referirse a las diferentes experiencias de desarrollo que se han dado en el mundo durante el Siglo XX, comenzando con la Alemania de post guerra y su economía social de mercado, para continuar con el Japón y su peculiar desarrollo capitalista, los denominados “tigres del Asia”, con una atención particular a China.
¿Qué había pasado con aquel mundo liberal en los EEUU del Siglo XIX y de los primeros años del Siglo XX? Esta interrogante requiere una respuesta. La sociedad libre que los EEUU construyó durante el Siglo XIX, hizo realidad los postulados del interés individual, enarbolados por el padre de la economía, Adam Smith, pero con una terrible deficiencia que fue la segregación racial en desmedro de los negros, que recién a partir de los años 60 del siglo recién pasado se pudo superar.
A esto hay que añadirle la gran depresión económica ya referida, la cual no pudo superarse sino con la Segunda Guerra Mundial, porque se edificó una poderosa industria armamentista. Pero la gran depresión de 1930 afectó negativamente al mundo entero.
De la crisis económica de 1930, que se resume en recesión económica, los países del mundo se cerraron en sí mismos dando lugar a lo que se viene en denominar “economías cerradas”, pero ya a mediados del siglo pasado las economías volvieron a abrirse con lentitud.
Simultáneamente, surgió dominantemente el pensamiento keynesiano en economía, que apunta a otorgarle al Estado un rol protagónico, lo que se hizo realidad. El problema que generó este comportamiento es la continua expansión del gasto fiscal, el cual no pudo ser financiado con la recaudación de impuestos, por lo que se generalizó la presencia del déficit fiscal y con ello el creciente endeudamiento público. Hoy, este es el problema fundamental de los países denominados desarrollados.
Mención especial requiere referirse a la seguridad social y otros beneficios sociales que definen al “Estado Benefactor”, si bien generalizada para todos, es cara y no necesariamente dirigida a los más necesitados sino a las clases medias, quienes, en muchos casos, se han sentido desincentivadas para buscar trabajo, dado los generosos subsidios existentes. En definitiva, se observa que las políticas keynesianas y social demócratas extremas construyeron un Estado Benefactor que no incentiva la inmigración, porque la estructuraron sobre la base de un creciente gasto público financiado con un enorme endeudamiento público, que ya es insostenible. Se hizo crónica la presencia del déficit fiscal. Esto explica el triunfo de Trump en EEUU y la aparición de candidatos para la presidencia de varios países europeos con una visión cerrada y nacionalista.
El autor es Profesor emérito de la UMSA y expresidente del Banco Central de Bolivia.
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