Intenso trabajo en La Haiga

Con mucha esperanza y patriotismo mi periodista destacada en el Palacio Real de la plaza Murillo indagó por todos los medios a su alcance noticias acerca de la misión que cumple en La Haya el presidente vitalicio Evo Morales y su comitiva de expertos en justicia internacional, pues es de todos sabido que con el mandatario se reunieron hombres sabios y patriotas no sólo bolivianos sino también expertos extranjeros contratados por el gobierno.

A pesar de todos sus esfuerzos no pudo lograr una respuesta a sus inquietudes y ansiedades propias de una cochabambina que anhela recobrar… “el mar para Bolivia”, haciendo caso omiso de que Cochabamba es lo más mediterráneo de esta nación enclaustrada.

De pronto se acordó que junto a esa legión de hombres doctos serios viajaron a La Haya nuestros amigos yatiris que nos irían contando, a Macacha y a mí, no sólo detalles de su misión brujeril sino las peripecias de nuestros hombres encargados de esta difícil misión.

Con resolución propia de nuestras cholas se comunicó con Kalimán, Mandrake y Titirico, brujos aymaras que le dieron información, acerca de todo lo que acontece en La Haiga, como ellos llaman a esa capital de derecho internacional.

Kalimán dijo a la cholita lo siguiente: “antes de iniciar nuestro trabajo en esta ciudad desconocida, en la primera noche nos dedicamos a “miyuchar” la sede donde trabajan los eruditos, incluidos Evo Morales y el nuevo canciller, que tiene un apellido muy difícil de memorizar, si se compara con el Choquehuanca, hombre sabio que descubrió que las piedras tienen sexo y aconsejó desayunar con mate de coca a nuestros niños y que actualmente repara las cañerías de su casa.

Kalimán le contó a Macacha que durante las noches prenden koas dentro del recinto internacional y fuera de él, operación que los holandeses sorprendidos e inocentes creen que es para atemperar las frías noches europeas. Los yatiris continuarán su sagrada misión hasta poder embrujar a los miembros de la Corte Internacional de Justicia que tratan el caso boliviano. Por último, le manifestaron a mi comadre que no esperan ningún reconocimiento honorífico del Estado por su trascendental misión.