Considero que debemos entender el capital erótico dentro de un capital cultural que impone sus exigencias al género femenino y que además el capital erótico puede medirse por el índice de masa corporal. Necesitamos comprender que todos los ámbitos no son reductibles al cálculo económico estándar. El capital cultural tiene consecuencias en las redes sociales del sujeto y en sus recursos económicos, pues proporciona credenciales educativas. Para la socióloga británica Catherine Hakim el capital erótico es dependiente del azar biológico y no puede adquirirse con los otros capitales. En conclusión: el capital erótico desafía las jerarquías sociales y pueden poseerlo personas con escasísimos recursos económicos, sociales y culturales. El capital erótico puede permitir el acceso al resto de capitales, y unido a cada uno de ellos lo potencia y se potencia.
Como podemos observar, esta reflexión nos permite comprender en parte lo que ocurre en el presente. Por ejemplo: el concurso de Miss Universo 2017 no solo desplegó belleza y sensualidad, sino también preparación cultural y formación académica reflejando lo que se espera del género femenino en el Siglo XXI, cada vez mucho más competitivo para hombres y mujeres, donde la exigencia, la competencia y la perfección en los diferentes ámbitos de la formación humana desde el corporal hasta el intelectual es mucho más exigente. Evidentemente hubo mucha sensualidad y belleza, pero las finalistas de este concurso como las representantes de Francia, Haití, Colombia y Estados Unidos tuvieron que demostrar algo más que sensualidad, como por ejemplo la capacitación técnica científica porque a pesar de su corta edad estas hermosas mujeres ya se desarrollan en profesiones como la carrera militar, la odontología, la ciencia y la tecnología (en temas como la investigación científica para prevenir el glaucoma y la ceguera infantil). Aquí apelo al argumento de Hakim: en la subversión de las estructuras sociales que pueden ser rotas por el capital erótico, muchas de estas muchachas ascendieron de estratos muy humildes. Entonces es verdad que con preparación y capital erótico se trasciende la barrera de clase social. Tal vez el problema de esta teoría social se encuentre en la instrumentalización del capital erótico, pues este aspecto nos puede llevar a una discusión ética.
El desdén por el capital erótico es patriarcal y clasista, incluyendo el apoyo involuntario del feminismo radical no permiten que mujeres de clases populares se promocionen por medio de su belleza. Como podemos ver esta tesis es evidentemente polémica. El capital erótico no es idéntico a belleza física, aunque ésta puede ser una parte integrante del mismo. La belleza varía con las culturas y los periodos históricos. Existe la posibilidad y la legitimidad del trabajo estético: el aspecto físico puede mejorarse y no supone alterar rasgos naturales como el sexo o las características étnicas. Muchas mujeres y muchos hombres progresan económicamente tanto por sus recursos eróticos como por sus competencias técnicas
Podemos observar que el mundo cambia aceleradamente. Hasta hace poco nos educaban de forma inversa debido a que se consideraba como un antivalor la importancia del cuerpo como centro y que lo importante era desarrollar nuestras aptitudes intelectuales porque el aspecto físico es efímero y por el contrario la inteligencia se desarrolla, crece y se consolida. Pero hoy los aspectos físicos ya no son un antivalor, como los muestran el mundo de la televisión, el ámbito profesional y la competitividad laboral del Siglo XXI. Es evidentemente una realidad que no podemos evadir, porque si bien estas teorías se desarrollan en países desarrollados con estadísticas y trabajo de campo para demostrar la relación del índice de masa corporal con las profesiones, el estrato social, el género y la edad no significa que estos comportamientos no se desplieguen a países en desarrollo. Si el capital erótico desestructura a las élites cerradas también podría desestructurar a las sociedades en desarrollo (mucho más conservadoras).
Por todo lo expuesto los mercados concretos no reproducen automáticamente los criterios de valor que reconocen los dominantes. El capital erótico puede ser azaroso o también puede ser desarrollado por libre elección. Considero que lo razonable es que el lector sea quien tome una posición respecto a esta tesis polémica que no por encontrarnos muy lejos de la problemática de los países altamente desarrollados, significa que somos inmunes a sus nuevos valores.
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