[Eric Cárdenas]

El pueblo dijo ¡No!


La democracia inventada por los griegos de la antigüedad es considerada un sistema de gobierno de la sociedad organizada, y a partir de las revoluciones inglesas de 1646 y 1686, la primera en la que se echa del poder a un rey (noble) y ejerce el poder un individuo que no es de la nobleza (Cromwell), y la segunda es que se echa el poder a un rey y a su sucesor se lo somete a la ley (monarquía constitucional), se ha ido conformando el sistema de la democracia liberal, es decir el sometimiento de todos a la ley (gobernantes y gobernados) que es el estado de derecho, y la consulta a la voluntad del pueblo sobre el gobierno que quiere, es decir cómo quiere el pueblo ser gobernado y por quién.

El desarrollo de la democracia liberal se puso de moda luego de las revoluciones norteamericana (1767) y francesa (1789), de tal manera que en casi todos los países del mundo se ha ido implantando e imponiendo, con sus debilidades y miserias, pero considerada como la mejor forma de gobierno. En los pueblos latinoamericanos, luego de sus emancipaciones de la corona española e inglesa (Norteamérica), ha sido este sistema que en buena medida ha regido la vida de los pueblos, aunque con muchas limitaciones, debido a los muchos regímenes de gobierno autoritarios y dictatoriales.

En nuestro país, casi todo el Siglo XIX, fuimos gobernados por regímenes impuestos por la violencia de las armas, habiendo sido el primer gobernante civil José María Linares, acercándose ya a los últimos decenios de ese siglo, y las primeras elecciones para elegir un presidente fueron las de Jorge Córdova, luego del gobierno de Manuel Isidoro Belzu, aunque Córdova duró poco tiempo (1855-1858).

El Siglo XX en sus dos primeras décadas (del liberalismo) gozó de gobiernos emergidos de la consulta popular, aunque ésta era restringida. Luego del derrocamiento del presidente Hernando Siles Reyes, se vivió un tiempo de inestabilidad, con pocos gobiernos emergidos de las urnas, más fueron los regímenes de facto, hasta que en 1982, agotado el esquema militar (1964-1982), retornan al poder los partidos a través de voto, aunque los problemas económicos del país determinaron una democracia débil, que poco a poco fue madurando y fortaleciéndose.

El actual régimen de gobierno que está once años en el poder, pese a haber sido elegido por el voto popular (54%), una vez en el poder ha establecido un régimen de contornos autoritarios y pretende quedarse de por vida o para siempre, como lo ha dicho el presidente candidato en varias oportunidades. Con esa finalidad -que es la de los regímenes populistas- luego de tres periodos seguidos y demasiada anticipación, convocó al pueblo a que en las urnas a través de voto se pronuncie sobre si se debe modificar la Constitución Política (de sello masista), para que los gobernantes se postulen una vez más el año 2019. Para ello se echó mano de la figura del “referéndum”, que según la Constitución tiene su resultado valor vinculante, es decir debe cumplirse y no puede ser invocado otra vez sobre lo consultado en el mismo periodo de gobierno.

Pese a las observaciones sobre el apresuramiento de la convocatoria para tal referéndum, el gobierno -seguro de ganar- lo hizo, y el 21 de febrero de 2016 el pueblo soberano dijo ¡NO!, no a la modificación de la Constitución y no a la postulación, una vez más, del actual binomio que nos gobierna once años.

Los gobernantes del cambio (?) dijeron que entregarían el poder el año 2019, pero muy pronto comenzaron los beneficiarios del poder a desconocer la voluntad soberana del pueblo, con el argumento de que se había hecho una campaña basada en una mentira, sobre la relación del presidente y una joven dama, que desde una empresa china había conseguido contratos por más de 500 millones de dólares con el Estado, es decir se había producido un grave “tráfico de influencias”. Además esa dama sostuvo que tuvo un hijo con el Presidente, lo que fue confirmado por algunos ministros del gobierno y el propio Presidente, para luego desdecirse y sostener que todo era una mentira y que por eso el gobierno había perdido el referéndum.

Lo cierto es que hay un acelerado desgaste del régimen, por los muchos años en el poder, la corrupción, deficiente gestión y excesos de poder constantes, pues ya antes el pueblo votó en tres oportunidades contra el gobierno, en las elecciones de gobernadores y alcaldes, sobre los estatutos autonómicos y en la elección de jueces, pues cuando existen regímenes de gobierno de corte autoritario, la gente vota por o contra el gobernante, y así lo hizo el 21 de febrero.

El desconocimiento de la voluntad soberana del pueblo es un acto de “sedición” contra la Constitución y el estado de derecho, es decir contra la democracia, no sólo como sistema de gobierno, sino, como lo sostenemos nosotros, como sistema de vida.

El autor es abogado y politólogo.

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