Nos prestamos este enigmático título de un libro de Mario Vargas Llosa, porque la verdad de todas las mentiras del MAS las ha expresado el vicepresidente Álvaro García Linera, no sabemos si como táctica política, en una entrevista del martes pasado con El Deber-Radio en Santa Cruz. Ha dejado perplejos a algunos, pero ha tranquilizado a muchos, ya que, finalmente, ha manifestado lo que parece cierto sobre el 21-F. Salvo algún arrepentimiento tardío diciendo que se lo interpretó mal, el Vice expresó lo que todos sabemos y unos pocos fanáticos no quieren oír: que el referéndum del 21 de febrero pasado fue “una locura política”, y que existió “falta de sentido común” en la rimbombante pero al parecer mediocre Coordinadora Nacional para el Cambio (Conalcam), que provocó la determinante derrota del MAS.
De un momento a otro el Vicepresidente ha hablado en serio sobre el descalabro, no sabemos gracias a qué hechizo, debido a que hasta hace pocos días no dejaba de insistir en sus diarios discursos apocalípticos, en sentido de que en el 21-F había vencido la mentira de la derecha y que la victoria del “no” había sido por muy escasa diferencia, como si se necesitara más de lo que se obtuvo para que Bolivia le dijera a S.E. y a él que ya no los querían ver en las listas electorales del 2019.
Al parecer todos los intentos de que S.E. se vuelva a postular como candidato por cuarta vez están haciendo aguas. Y si la cosa es así, alguien va a tener que pagar el pato de la boda, aunque sea con retraso. Porque mucho nos ha extrañado que S.E. no hubiera cortado cabezas luego de su humillante derrota, cuando contaba con toda la maquinaria electoral y los recursos económicos del Estado para vencer. Si lo del “segundo tiempo” queda en nada y S.E. debe abandonar el 2019 el caro y feo edificio que está construyendo para gobernar desde ahí hasta que se harte, tienen que aparecer los culpables del desaguisado.
En estas circunstancias es que el Vice se ha lanzado contra los hermanos y compañeros del Conalcam para señalarlos como autores de una falla en su “cálculo político”, como expresando que la presión para que se efectuara el referéndum del año pasado vino desde aquellas bases populares. Acusar a un organismo como el Conalcam tiene la ventaja de que no se individualiza a nadie sino que se señala a un conjunto muy grande de dirigentes. Pero tiene la desventaja también de que pueden ser muchos quienes arremetan luego contra quien podrían considerar un intrigante de alto vuelo, como el propio Vice se ha autocalificado.
Pero era necesario que “la verdad de las mentiras” de S.E., el Vice, y toda la nomenclatura masista salga a la luz. ¿A quién creerle más que al Vicepresidente del Estado Plurinacional? Si él lo ha dicho, algo de verdad debe haber. Se cometió un gravísimo error, una “locura política”, y ahora la situación está color de hormiga porque seguramente el Jefe se va a poner de muy mal humor. Si es una persona la responsable del mal consejo tendrá que ser cortada su cabeza aunque haya transcurrido un año. Si son dos o tres, correrán la misma suerte. Si son cientos, como es el caso del Conalcam, entonces las responsabilidades se pueden diluir. Además, ¿es concebible que una asamblea desordenada y poco informada pueda trazarle líneas de alta política a S.E.?
Ya no va a servir el cuento de que el 21-F venció la mentira perversa de la derecha, ni de Valverde, ni tendrá asidero la señora Zapata ni el hijo inexistente ni el “imperio” ni nada por el estilo. ¿Qué van a decir ahora los ministros de S.E. que pusieron toda la carne en la parrilla acusando de la derrota al “cartel de la mentira”? ¿Van a desmentir al Vicepresidente o se van a lanzar también contra el Conalcam? Puede que esté en ciernes una ruptura muy seria en el seno del oficialismo, lo que sería el golpe de gracia al Gobierno para que S.E. no sea candidato el 2019, y para que el MAS pierda las elecciones con el candidato que ponga.
El Vice ha reconocido la estupidez de haber convocado el referéndum al comienzo de la tercera gestión de S.E., cuando quedaban por delante cuatro años todavía. La oposición -o los opositores mejor dicho- se cansó de advertir que eso producía una sensación de desprecio por administrar bien el país, de angurria de poder, de insaciable deseo de amarrar la re-re-reelección de S.E. Los asesores más estrechos de S.E. -no el Conalcam- estimaron que la consulta se debía precipitar porque calcularon lo que está sucediendo hoy, y es que la economía se va al tacho y eso no le permite ganar una elección a nadie.
Alguien va a pagar el pato, como decíamos, si no lo ha pagado ya en esta última recomposición del Gabinete. Salvo que la idea del referéndum haya salido de la cabeza de S.E., lo que dudamos porque él no está para pensar en esas cosas complicadas.
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