Javier López Soria
En todos los países, con escasas excepciones, el árbol es respetado, cuidado y preservado, algo que no ocurre en Bolivia. Todos los niveles gubernamentales no valoran la importancia del árbol y su ayuda para proteger el medio ambiente, recurso natural que requiere de muchos años para llegar a su mayoría de edad. El actual gobierno ha ampliado la superficie de tala de árboles de 5 a 25 hectáreas por agricultor, sin necesidad de pedir permiso a las autoridades que regulan la extracción y aprovechamiento.
Consideramos que son aberrantes los planes de desarrollo de la Gobernación del Departamento de Pando, que pretende desforestar 40% de su territorio y destruir sus recursos no maderables como la castaña, la goma y otras especies no maderables para habilitar tierras de cultivo, en suelos que no son aptos para estas actividades. En la ciudad de La Paz para hacer factible el sistema de teleféricos cada día se tala más árboles y no se los reemplaza. Un claro ejemplo de esa actividad humana se presenta en el Parque Nacional Torotoro, donde en la pradera de Calahuta y Julo hasta la Viña, las especies de árboles grandes llenaban esos sitios, al extremo que cuando se viajaba en camión a Cochabamba, los viajeros tenían que defenderse del ramaje que circundaba los caminos, porque la parte boscosa llegaba a la orilla del camino. Ahora ese paisaje boscoso no existe más, porque los carboneros lo han extinguido casi completamente.
En el valle de Cochabamba la tala de árboles es permanente para habilitar caminos, calles y viviendas sin respeto por los mismos. Los bosques tropicales están desapareciendo con un ritmo geométrico, estamos sobre un promedio de 300 mil hectáreas por año, con objeto de habilitar nuevas tierras para la agricultura, que ni siquiera son aprovechadas correctamente. Qué decir de los incendios forestales que cada año que suceden y queman miles de hectáreas de bosque.
Si uno tiene la suerte de visitar el Japón, podrá ver arboles de cientos de años venerados en cada ciudad, declarados monumentos nacionales, o verá árboles de 5 mil años de antigüedad a más 3000 m. de altitud en las Montañas Blancas de California o en el PN Yosemite con árboles centenarios.
El Parque Nacional Sajama fue creado en 1939, para conservar el Bosque de keñua (polylepsis tarapacana) que se encuentra a 5.200 m. de altura, pero muy poco se hace para su mantenimiento y promoción.
Lamentablemente los bolivianos no realizamos actividades que tiendan a proteger nuestros árboles, menos los bosques. En la actualidad podemos decir que hemos perdido toda la mara, especie de gran valor económico, lo mismo pasará con el roble, cedro, palo morado y otras especies que fueron parte de nuestra riqueza forestal. Bolivia tiene los índices más bajos del mundo en plantaciones forestales. En el papel existen programas para plantar un millón árboles por año, pero en la realidad no existe en todo el país un programa de plantaciones forestales industriales. Los planes se reducen a pequeños programas de plantaciones forestales municipales o citadinos.
Solo en Santa Cruz existen más de 700 mil hectáreas de suelos abandonados, tras haber sido usados para producción agroindustrial por 25 años o más, tierras que pueden ser rehabilitadas con plantaciones forestales a gran escala, madera que suplirá las necesidades futuras de este recurso, como también para proveer carbón a la industria siderúrgica del Mutún y otras industrias como Papelbol, ya que hoy la materia que utiliza (pulpa) es comprada en Brasil.
Con este documento quisiera alertar a todos los ciudadanos bolivianos para no destruir nuestros bosques. Los árboles que son parte de la flora nacional, son la riqueza de la naturaleza que hemos heredado y debemos preservar toda la flora nacional antes de que sea tarde.
El autor es Ing. MSc.
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