Cartas desde el viejo Mundo
Julio E. Salas Benavides
Londres.- La corrupción es un problema que está encapsulado no solamente en nuestro país, más bien es un problema que abarca casi a todo el mundo.
La corrupción es un complejo fenómeno social, político y económico que afecta a todos los países en diferentes contextos, perjudica a las instituciones democráticas, desacelera el desarrollo económico y contribuye a la inestabilidad política. La corrupción destruye las bases de las instituciones democráticas al distorsionar los procesos electorales, socavar el imperio de la ley y deslegitimar la burocracia. Esta causa aleja a los inversionistas y desalienta la creación y el desarrollo de empresas en el país, que no pueden pagar los costos de la corrupción y desviación de recursos por un funcionario público, pero no es limitado a ello. La corrupción también puede ocurrir en los casos de nepotismo, extorsión, tráfico de influencias, uso indebido de información privilegiada para fines personales y la compra y venta de las decisiones judiciales, entre varias otras prácticas.
A nadie puede sorprender que Uruguay y Chile sean los países que encabezan a los mejores en América Latina, con una corrupción muy baja porque cuentan con una política relativamente limpia, justicia profesional y acceso a la información, elementos muy dignos de destacar.
Según los expertos, el tamaño de los países es un factor que puede incidir, aunque no es algo forzosamente extirpable, pues países grandes con sistemas federales como México, Brasil y la Argentina tienen instituciones que funcionan bien, pero que en los últimos tiempos han bajado en la tabla. Especialmente en la Argentina, que se encuentra en el puesto 95 del ranking mundial.
Tampoco es sorpresa que nuestro país esté muy abajo, en el puesto 113, aunque México por los especiales problemas por los que esta nación azteca está pasando, se encuentra en el puesto 123.
La trilogía de la desigualdad, el populismo y la corrupción justifica buena parte del atraso que vive estos días nuestro continente, según la Secretaría de Transparencia Internacional.
Europa tampoco se salva del flagelo de la corrupción. “La extensión de la corrupción en Europa es impresionante”, dijo la comisaria de Asuntos de Interior, la sueca Cecilia Malmstro, al presentar un informe sobre el asunto.
Para elaborar el informe, la Comisión Europea (órgano de gobierno) encuestó a ciudadanos de los 28 miembros, la primera vez que se hace algo así.
El resultado: una media del 76% de los europeos considera que la corrupción es una práctica generalizada.
Los ciudadanos de Grecia e Italia, con un 99% y un 97% respectivamente, son los que la ven más extendida. En el siguiente escalón, con un 95%, están España, República Checa.
Según el reporte la corrupción en la Unión Europea es escalofriante, ya que alcanza a 120.000 millones de euros. Esta cifra es posiblemente muy conservadora, ya que puede ser mucho mayor.
En el Reino Unido sólo 5 de 1.115, menos de un 1%, dijeron que habían tenido que pagar un soborno, el “mejor resultado entre los europeos”, dice el informe. La excepción también se extiende en los países nórdicos, donde los ciudadanos ven como algo raro las prácticas de corrupción y es un ejemplo de las leyes de transparencia de estos países.
En Bolivia la ciudadanía se encuentra indignada ante los diversos actos de corrupción por parte de los miembros del gobierno.
Según el diccionario, la palabra corrupción implica actos perversos, ilegales o moralmente dañinos y las conductas a la que me refiero son las siguientes.
Pagar soborno al tratar de agilizar un trámite ante una instancia del gobierno, o saltarse un proceso del mismo. Esta práctica es muy recurrente en la sociedad boliviana,
Miles de comerciantes se dedican a la venta de artículos piratas, sean vídeos de música, películas o ropa, al adquirir este tipo de mercancía estamos dañando la propiedad intelectual, y contribuyendo a la reducción de miles de trabajos que dependen de esas industrias afectadas.
Cuantas veces nos hemos quejado de las inundaciones en calles y avenidas de nuestra ciudad, si alguna vez botamos basura, somos parte del problema y sin duda es uno de los tipos de corrupción más recurrente.
Comprar, elaborar o consumir drogas es uno de los temas que más afecta al país. Si alguna vez fuimos cómplices, ya sea comprando, elaborando o consumiendo drogas, somos parte primordial del fortalecimiento de los grupos criminales, así de corrupta es esta conducta.
Como bolivianos tenemos que tocarnos el pecho y admitir que parte de nuestra sociedad es cómplice y parte de este delito que no nos deja progresar económicamente o moralmente. Tenemos que terminar con la idea de que lo malo es bueno y viceversa y admitir que nuestro país está sumergido en unas nubes negras de corrupción.
Para salir adelante tenemos que vencer a los corruptos, vencer el desempleo, admitir nuestros fallos, crear y votar por políticos honestos.
El autor es boliviano y radica en el Reino Unido.
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