Nuestro país inició erráticamente su actuación en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, máximo organismo de Naciones Unidas al que se incorporó como miembro no permanente en enero pasado. Se trata de que Bolivia votó contra un proyecto de resolución que condenaba el uso de armas químicas por la Fuerza Aérea siria contra la población civil en Alepo, dentro de las mutuas hostilidades entre el Gobierno sirio y el “Estado Islámico”.
En la oportunidad el representante boliviano en el Consejo de Seguridad, Sacha Llorenti, se opuso alegando falta de “negociaciones” y que el proyecto no recoge las investigaciones de la Comisión de NNUU para las armas químicas en el conflicto. La afirmación es curiosa porque según informaciones de la prensa escrita, Llorenti precisamente preside el Comité 1540 sobre No Proliferación de Armas Químicas.
Desde octubre pasado la comisión evidenció el empleo de químicos tóxicos y letales por la coalición sirio-rusa, como cloro, amoniaco, etc., además de bombas de racimo afectando a la población civil, uso repetido recientemente. Convenciones internacionales prohíben ataques con estos elementos, pero las Fuerzas Armadas sirias violan dichas normas consecutivamente. El informe y las fuentes documentales obtenidas prueban que también se atacó a las caravanas humanitarias de auxilio a la población cercada en sectores de Alepo, ciudad de la que han huido alrededor de 30.000 personas, en su mayoría mujeres y niños. En esta contienda NNUU considera que al presente han muerto 400.000 personas, incluidos 15.000 niños.
Con estos antecedentes sorprende el voto de Bolivia prácticamente favorable al genocidio con armas químicas, crimen horrendo de lesa humanidad destinado al sostenimiento en el poder de un régimen dictatorial que desprecia la vida de sus propios compatriotas, secundado por el enorme poder bélico y aéreo de Rusia. Este apoyo obedece a visiones geopolíticas de Moscú, asegurándose una base estratégica en función de futuras acciones.
No cabe duda que el discutible voto del señor Llorenti, obedece a las motivaciones ideológicas de Gobierno del MAS, que ya anteriormente hizo público su apoyo a la política aplicada por el gobierno sirio, reacio a los llamados a refrenar sus excesos, para lo que acude al pretexto de luchar contra el “Estado Islámico”, y con ese escudo rechaza toda tratativa con las fuerzas moderadas de oposición a las que reprime con mano dura. Esta postura coloca a su país en un permanente estado de violencia, guerra interna y muerte.
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