PSICOLOGÍA
Yackieline Y. Rodriguez Tórrez, psicóloga
Iniciamos el año escolar y observamos ciertas actitudes en nuestros hijos, como el de no querer ir al colegio, tristeza, con poco apetito, agresivos con sus padres, prefieren estar solos en sus habitaciones, poco comunicativos y entre otras conductas. ¡Alerta papás! Sus hijos podrían estar siendo víctimas de bullying.
La palabra bullying es de origen holandés, nombrada por Dan Olweus en los años 70 al realizar un exhaustivo estudio sobre violencia escolar en Noruega, este fenómeno tiene diferentes significados: Acoso escolar, hostigamiento escolar, maltrato escolar.
Existen diferentes clases de bullying, el acoso psicológico, verbal o físico, sexual, social producido entre escolares, que es de forma reiterada en los colegios teniendo una duración de meses o años. Se dan en las aulas, en las filas, en los recreos, en las góndolas y también en las redes sociales, con el nombre específico de ciberacoso. Este tipo de violencia dominante afecta emocional y afectivamente a los niños o adolescentes.
Las causas de este fenómeno son multifactoriales, ya que como sociedad vivimos una situación de violencia creciente en todos los sentidos y ámbitos, y quienes la reciben y la expresan de manera directa son los niños y las niñas. Para revertir la violencia se necesita promover nuevas formas de buen trato y de no violencia activa.
Los protagonistas de los casos de acoso escolar suelen ser niños y niñas en proceso de entrada en la adolescencia. Muchos de los acosadores tienen bajo autoestima y cierta violencia, verbal o física en la familia, caracterizados por su reiteración intimidadora, lo que implica un abuso de poder.
Los acosadores ocasionan una serie de secuelas psicológicas a sus víctimas, generando miedos e inseguridades ante la idea de asistir a clases, por este temor se muestran nerviosos, tristes, generando sentimientos de soledad en su vida cotidiana. En algunos casos, la dureza de la situación puede llevar a los niños o adolescentes a tener pensamientos depresivos, sentirse ansiosos, con estrés y hasta llegar, incluso, al suicidio.
¿CÓMO DETECTAR EL BULLYING?
Cuando otro estudiante o varios estudiantes acostumbran decir cosas desagradables e hirientes a su víctima, incluso le llaman por apodos o los insultan constantemente. En ocasiones, las victimas de bullying son ignorados o excluidos completamente de su grupo de amigos o los dejan fuera de situaciones a propósito; los agreden físicamente, levantan rumores falsos de él o ella o les envian notas con contenido desagradable frente a los demás estudiantes. Entonces a la víctima le resulta difícil comentar esta violencia a sus padres, prefieren retraerse y aislarse.
Los maestros, el personal administrativo y toda persona que forme parte de los colegios deben estar atentos a las conductas de sus estudiantes y tomar en cuenta lo siguiente:
No se le llama bullying cuando se molesta en una forma amigable y juguetona, tampoco lo es cuando dos estudiantes discuten o pelean en alguna ocasión. Estos comportamientos suelen suceder a lo largo de la infancia y la adolescencia. Se debe tener presente que por medio de la observación se podrán detectar las conductas apropiadas e inapropiadas de los niños y adolescentes, sobre todo, cuando es reiterada, constante y dura por mucho tiempo.
¿CÓMO PREVENIR EL BULLYING?
La cooperación de los padres y de los compañeros es una vía importante de apoyo para salir del círculo “vicioso” del bullying:
La prevención temprana es esencial en los primeros años escolares, estimulando habilidades sociales de resolución de conflictos de forma pacífica, desarrollar la empatía (ponernos en la situación del otro), la solidaridad entre compañeros, la convivencia social, el respeto propio y a todo lo que rodea.
Se deben tener constantes capacitaciones al personal docente y administrativo, así también a los padres de familia para que se informen sobre las causas y consecuencias en la vida de los niños y adolescentes que sufren el acoso. De la misma forma capacitar a los estudiantes de últimos cursos de colegio para que también realicen réplicas a los cursos inferiores.
No olvidemos que la persona acosadora tiene problemas y también debemos ayudar trabajando con los padres del niño o adolescente e investigar las causas de este comportamiento y apoyarlos en estrategias de manejo y solución. La ayuda psicológica es esencial.
Tomemos mucha atención como padres: Si hablas con tu hijo y te dice que lo molestan en su colegio, mantente atento y pídele que te ayude a identificar el tipo de acoso, investiga conoce a sus compañeros y a sus padres.
Si notas que tu hijo tiene algún rastro de violencia en su cuerpo, ropa rota, pregúntale en privado qué le pasó y hazle sentir en confianza para que te pueda contar lo que pasó. No le pidas a tu hijo que resuelva solo el problema y mucho menos con violencia, porque esto, lejos de solucionar el problema, puede ocasionar más estrés en los niños o adolescentes. Muchos padres desean que sus hijos aprendan a defenderse, pero también debemos tener cuidado en ello, porque no se puede solucionar una agresión con otra agresión.
Enséñele a tu hijo la importancia del lenguaje del cuerpo. Los niños que aprenden a mantener un contacto visual directo, mantenerse erguidos, con la cabeza alta, sus brazos y manos relajados, y utilizan una voz firme, son más eficaces para disuadir a los acosadores. Esta postura apropiada debe ser permanente fuera o dentro del colegio, así se irá acostumbrando y formaré su propia seguridad.
Observa en casa a tu pequeño, si tiene algunos cambios en la conducta o en alimentación es importante que te respaldes con ayuda profesional.
Si tu hijo llega triste, enojado o está muy callado, no es su actitud normal, acércate y pregúntale qué pasa. Si hay resistencia a contestarte, investiga que está sucediendo no te quedes con la duda, tu hijo puede estar padeciendo las consecuencias del bullying.
Como padres debemos comprometernos a ayudar a nuestros hijos, debemos hacerles saber que él no es el culpable de esta situación. Y si en caso de que el acoso continúe, tendrás que consultar a un abogado. Si tu hijo se encuentra muy dañado emocionalmente por toda esta situación, busca la asesoría de un psicólogo o terapeuta para que le ayude a superar este trauma, pero jamás olvides que la mejor ayuda, en esos casos, es la de su familia. Lo básico es que tus hijos no se sientan solos ante una adversidad como ésta, y que sepan que en todo momento pueden contar contigo.
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