Adolfo Suárez Velarde
Vivimos en una nebulosa de constantes zozobras, ya que nos hemos convertido en el hazmerreír del mundo, ya que cada días somos espectadores involuntarios de cada exabrupto de nuestro actual gobernante, y lo peor aún, estamos viviendo un experimento de un tipo de gobierno sui generis, que no es ni socialista porque no busca el bien común, tampoco es comunista porque unos cuantos se han apropiado de los bienes del Estado, tampoco es un gobierno democrático porque no se respeta la decisión del pueblo.
Entonces qué es esto, lo que podemos inferir en nuestro modesto entender es que esto podría ser un atrofiamiento democrático, amorfo en su expresión y degradado en su aplicación. Y para tratar de dar un mejor entendimiento al asunto, nos en remontaremos al Siglo I a.C., cuando se dio una definición a este tipo de gobierno, como es la oclocracia, acuñada por Polibio, un historiador griego.
Oclocracia o gobierno de la muchedumbre (del griego okhlokratia, y del latín ochlocratia), según la visión aristotélica clásica, es una de las tres formas específicas en las que puede degenerar la democracia. A veces el término se confunde con tiranía de la mayoría, dado que ambos términos están íntimamente relacionados.
Etimológicamente, la democracia es el gobierno del pueblo, que con la voluntad general legitima al poder estatal, y la oclocracia es el gobierno de la muchedumbre. Es decir la muchedumbre, masa o gentío que no es otra cosa que un agente de producción biopolítica, que a la hora de abordar asuntos políticos presenta una voluntad viciada, confusa e irracional, por lo que carece de capacidad de autogobierno y por ende no conserva los requisitos necesarios para ser considerada como pueblo.
No hay que confundir el concepto de muchedumbre con la noción de multitud promovida fundamentalmente por Baruch Spinoza que durante la Edad Media estableció una diferencia entre pueblo y muchedumbre. La diferencia básica es que bajo la distinción de Hobbes el conjunto de ciudadanos puede ser simplificado en una unidad como cuerpo con voluntad única, ya sea como una mera muchedumbre que reúna los requisitos necesarios para ser considerada como pueblo, mientras que el concepto de multitud rehúsa esa unidad conservando su naturaleza múltiple.
Polibio, historiador griego, en su obra Historie (VI, 3, 5, 12, 4, 1-11) escrita en torno al año 200 a.C. llamó Oclocracia al fruto de la acción demagógica. “Cuando ésta (la democracia), a su vez, se mancha de ilegalidad y violencias, con el pasar del tiempo, se constituye en oclocracia” (Historie, VI 4). Según su teoría de la anaciclosis -teoría cíclica de la sucesión de los sistemas políticos (a la que alude Maquiavelo)-, la oclocracia se presenta como el peor de todos los sistemas políticos, el último estado de la degeneración del poder. Polibio describe un ciclo de seis fases que hace volcar la monarquía en la tiranía, a la que hace continuación la aristocracia que se degrada en oligarquía, luego de nuevo la democracia piensa remediar la oligarquía, pero zozobra, ya en la sexta fase, configurándose como oclocracia, donde no queda más que a esperar al hombre providencial que los reconduzca a la monarquía.
Concluimos diciendo que este gobierno oclocrático está utilizando las hordas disfrazadas de movimientos sociales en fin de buscar sus fines personales, olvidando que se debe al pueblo y es al cual rendirá cuentas un día. La enajenación de nuestras reservas y el hipotecamiento de nuestras reservas lastimosamente nos deja endeudados ante la comunidad internacional hasta nuestra cuarta generación.
Dios bendiga a nuestra amada Patria.
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