Akiko Makiyama

Se despidió una bella y delicada mezzosoprano. Quienes la escuchamos en sus conciertos pudimos sentir profunda delectación con los acordes de dulce armonía de su voz, que más parecía de ángel. Ella misma nos hizo el honor de invitarnos a su concierto de despedida y ¡fatalidad!, no descubrir nuestro correo oportunamente nos privó de admirarla en su última actuación del viernes 17 de febrero.

Y volvió a su patria, Japón, el pasado 22 de febrero. Para quienes la apreciamos y la teníamos como una artista propia, se nos fue, cuando nuestro mundo artístico debió hacer todo lo posible para retenerla entre nosotros; pues Bolivia necesita ganar artistas de gran nivel para mejorar y superar nuestro espectro cultural, que necesita de ejemplos para afinar nuestros talentos. Y la dejamos ir, sintiendo como algo de lo nuestro que se nos iba.

La voz humana nos eleva a la espiritualidad, es la forma con que los humanos llegamos a la excelsitud del sentimiento y, podríamos decir, con que nos comunicamos con los espíritus que moran en los cielos. Así es la voz de Akiko que nos canta del amor, de la paz, de esa serena tranquilidad y de todo aquello que engrandece al alma humana.

Akiko Nakiyama nació en Yokohama en 1980, iniciando su aprendizaje de piano a los 3 años y a los l2 en la coral de su colegio. A sus 15 inició sus estudios de técnica vocal, continuando en la Universidad de Artes de Tokio con Licenciatura en Música y posteriormente profundizó su especialidad en Berlín y Barcelona. Actuó en funciones de Las Bodas de Fígaro, la Flauta Mágica, Misa de Coronación, Réquiem de W.A. Mozart; Les Miserables de C.M. Somberg; Rapsodia para Alto de J. Brahmas, El Mesías de Handel, La Pasión según San Juan y Oratorio de J.S. Bach; Réquiem de G. Verdi; la Sinfonía Nº 9 Fantasía Coral de L. v. Beethoven; Gloria de Vivaldi, etc. Tal es el desempeño de Akiko, bello ejemplo femenino del Imperio del Sol Naciente.

Ella vino a Bolivia en 2012, dentro del programa de cooperación técnica JICA para colaborar en el Conservatorio de Música, como docente en técnica vocal y coro y actuó como solista invitada en La Paz en conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional, la Orquesta Boliviana de Ópera, la Sinfonik y otras. También desempeñó como docente en Talleres de canto en las Universidades de Tarija, Potosí, Santa Cruz y Cochabamba y tiene la intención de seguir estudiando para mejorar su técnica “y tener más repertorios para interpretar con mejor calidad para ustedes bolivianos otra vez”. Esta expresión querría decir que Akiko piensa todavía en retornar a Bolivia y esta intención debería ser aprovechada para trabajar y hacer gestión para que ella vuelva entre nosotros, para brindar enseñanza a nuestros talentosos estudiantes y continuar obsequiándonos la belleza de su canto.

La voz humana nos eleva a la espiritualidad, es la forma con que los humanos llegamos a la excelsitud del sentimiento y, podríamos decir, con que nos comunicamos con los espíritus que moran en los cielos. Así es la voz de Akiko que nos habla del amor, de la paz y de todo aquello que engrandece el alma humana.

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