[Flavio Machicado]

Crecimiento poblacional: ¿problema complejo?


Hace más de dos Siglos y medio (1766) nació Thomas Robert Malthus que fue un clérigo anglicano y erudito británico con gran influencia en la economía política y la demografía, que planteó una preocupación que pasó a la historia económica como una célebre teoría, por la cual se sostenía el peligro de un desequilibrio entre el crecimiento poblacional y la producción de alimentos, indicando que mientras la primera crecía geométricamente, la segunda lo hacía aritméticamente, lo que daría lugar a una brecha que traería consigo un fenómeno de hambre generalizado, poniendo en peligro la supervivencia animal y humana.

Es decir, mientras que la población subía por el ascensor, la producción de alimentos subía por las gradas, lo que indudablemente implicaba un problema social de magnitudes, ya que el ser humano como el animal tiene que comer diariamente para reponer la energía que la consume también de forma cotidiana. Inclusive en el reino vegetal existe esta ecuación de vida, recibiendo diariamente la energía solar, aunque no en todos los casos el agua, por lo cual requiere captarla de la atmósfera y las corrientes que circulan sobre la faz y por debajo de la tierra, para dar lugar al fenómeno de la fotosíntesis, por el cual el mundo vegetal produce su propio alimento.

Sin embargo, la realidad ha demostrado que no se ha llegado a esta brecha generalizada, salvo en algunos momentos y lugares, como se dan inclusive en el presente, donde lamentablemente existen pueblos que son víctimas del fenómeno del hambre, pese a que la humanidad, a nivel global, ha logrado producir abundantes y suficientes recursos alimenticios. Se trata, en consecuencia, de problemas locales, aunque sí de una inadecuada distribución a nivel planetario, por lo que hay grupos sociales que sufrieron y sufren este flagelo, donde intervienen fenómenos de índole económico, político y social, como es el caso de Venezuela, donde por razones políticas y una pésima gestión administrativa pública, paradójicamente, el país que posee las mayores reservas petroleras del mundo exhibe a la humanidad, pobreza y hambruna generalizada.

Seguramente que Malthus, que murió en 1834, no hubiera imaginado que a principios del Siglo 19 (1802) la humanidad que había alcanzado la cifra de mil millones de habitantes, al cabo de poco más de 200 años se había incrementado en seis veces, llegando en 2012 a siete mil millones de habitantes, con un engrosamiento en la cúspide de la pirámide poblacional gracias a los avances principalmente de la medicina que ha permitido que el ser humano pueda vivir mucho más tiempo, lo que implica otros problemas, de diversa naturaleza y complejidad, que demandan soluciones que van más allá que la mera producción de alimentos.

Es decir, en solo 200 años, el crecimiento poblacional fue de 29 millones anuales, que significan casi tres veces la actual población de Bolivia, sin contar que en los próximos 75 años, la población todavía seguirá creciendo hasta llegar en 2087 a los 11 mil millones de habitantes, con un crecimiento anual de 53 millones de habitantes por año, que equivalen a cinco veces la población actual de Bolivia.

En ese tiempo, 75 años, obviamente la población de Bolivia podría duplicarse, aunque seguiría siendo insignificante en comparación con el crecimiento de la población mundial, aspecto que se debería tener en cuenta, ya que este hecho tendrá consecuencias de diversa naturaleza, habida cuenta que existirán presiones sobre nuestros recursos naturales de parte de semejante magnitud poblacional, especialmente de agua dulce, cuyas reservas disponibles, en Bolivia, hasta la fecha todavía son abundantes.

No cabe la menor duda que un país con tan baja densidad poblacional y existencia de abundantes recursos naturales, será motivo de alguna presión importante de parte de la población mundial, por lo que deberíamos tener otro motivo más para reflexionar, antes de que sea demasiado tarde, a fin de preparar nuestra economía, sobre todo nuestro desarrollo institucional con objeto de estar mejor preparados para esta contingencia, sin improvisaciones, caprichos e intereses de grupo, como siempre se ha manejado los intereses nacionales.

El mundo actual, donde han primado los intereses de grupo, cada vez se está llenando de una población que está ocupando espacios geográficos con potencial de producción para dar lugar a asentamientos urbanos que de alguna forma se pretende humanizarlos, aunque para ello es necesario un volumen de inversión que tampoco es abundante o ilimitado.

Bolivia apenas ocupa un 10% de su potencial agrícola, con bajo rendimiento agrícola o productividad y en algunos casos, como son los cultivos de la hoja de coca, con serios indicios de depredación, como también ocurre con nuestros bosques, lo que tendría que ser motivo de una gran preocupación y debate nacional, puesto que está en juego el futuro de las nuevas generaciones, que solo piensan en emigrar, aunque también hay cada vez menos espacio para hacerlo, salvo para el que está bien preparado, lo que implica una fuga de talentos o capital humano, que a las autoridades, de todos los tiempos, poco o nada les ha importado.

El hecho de que la población boliviana y mundial esté envejeciendo debería ser otro motivo de preocupación, ya que la pirámide poblacional de base ancha (muchos niños y jóvenes) tenderá a desaparecer, puesto que la existencia de un número cada vez mayor de personas de la tercera edad sin bien provocará una mayor felicidad para los hijos y los nietos, también representará una mayor responsabilidad para las personas en edad económicamente activa. En otras palabras, será necesaria una mayor estabilidad y empleo de calidad, para hacerse cargo de la población que no produce, lo que implica sistemas de jubilación y de salud que actualmente solo atienden precariamente a una fracción minoritaria de la población, especialmente en el mundo subdesarrollado.

El tema, sin duda alguna, es muy complejo, pero es necesario encararlo de una buena vez y por todos, ya que paralelamente se siguen dando procesos políticos y sociales que lejos de apuntar hacia la solución del problema del crecimiento poblacional y sus efectos, crean situaciones donde la movilidad se inmoviliza, donde la expulsión de la población sigue siendo un fenómeno político debido a los desmedidos apetitos del poder, donde las autoridades de turno solo están buscando satisfacer sus aspiraciones personales al margen de los fenómenos que deberían ser motivo principal de su preocupación.

El Ing. Com. Flavio Machicado Saravia es Miembro de Número de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

 
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