Milagrosamente salvó la vida el jefe de Estado venezolano Rómulo Betancourt, en un atentado terrorista, registrado hace 57 años, aproximadamente. Hecho que conmovió a la opinión pública no sólo latinoamericana sino mundial.
La explosión, por control remoto, de un automóvil estacionado, en fecha 24 de junio de 1960, dejó herido al presidente Betancourt. Asimismo a su acompañante, el ministro de Defensa, Gral. J. López Henríquez.
La actitud criminal iba dirigida a destruir no sólo al fundador de Acción Democrática (AD), gobernante en ejercicio, sino a Venezuela, en particular, empeñada, en ese tiempo, en la búsqueda de un futuro mejor.
El atentado habría sido organizado por el dominicano Trujillo, según la versión que ofrecen los testimonios de entonces.
Rómulo Betancourt pasó a la historia como el propulsor de reformas sociales y líder de la llamada izquierda democrática. Este instrumento político ha permitido la distribución de las utilidades que generaba la riqueza petrolífera entre el pueblo venezolano.
Betancourt ha respaldado, desde las trincheras de la izquierda nacional, la medida que buscaba recuperar, para la hacienda pública, el 50 por ciento de los beneficios que percibían las empresas petroleras transnacionales, en la década del 40, del siglo que nos precede. Recursos que permitirían la creación de nuevos empleos, a favor, particularmente, de los populosos barrios periféricos, de las grandes ciudades. Se lograría, asimismo, mejorar la infraestructura educativa. Se fomentaría, también, la industrialización y proyectos relacionados con obras públicas.
Fue partidario de la implementación de Reforma Agraria, cuya ley fue promulgada el 5 de marzo de 1960, que benefició a amplios sectores sociales de Venezuela.
Betancourt con su accionar político ha ratificado que no estuvo atado ni reflejaba consignas foráneas, de carácter extremista, sino que actuó guiado por el sentimiento patriótico. Es que no tenía amos ni mentores extranjeros.
Hoy los jinetes del Apocalipsis se han apoderado de esa nación hermana. Por consiguiente: el hambre, la enfermedad y la muerte galopan entre los venezolanos. Son abandonados, inclusive por organismos internacionales.
En suma: Rómulo Betancourt representa la fuerza nacionalista venezolana de todos los tiempos.
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