La llama, reina de la fauna boliviana

En América Latina, por no decir del mundo, Bolivia es el mayor país poseedor del animal más bello de la fauna, como es la llama. Solamente en el departamento de La Paz se cuenta con más de 300.000 ejemplares, cuyo hábitat principal son las áreas frías, como es el caso del altiplano.

El señorío de su figura no tiene semejanza entre los animales domésticos, es decir de los que conviven con los seres humanos. Su estatura, la diversidad de colores de su lana y sus orejas erguidas le confieren una distinción especial.

Algo más notable es que, a pesar de su tamaño, su altura es de más de un metro, resulta ser su mansedumbre. En síntesis, es un animal pacífico y afecto a que se la acaricie. Sólo cuando se lo maltrata tiene la reacción de escupir, con el agravante de que su saliva afecta a la piel de los seres humanos.

Es un animal que puede llevar una carga menor a la de un quintal, lo que en los tiempos primigenios de la República permitía que los minerales que se explotaba puedan ser exportados hasta las costas del océano Pacífico. Era, en realidad, en ese tiempo, el mejor animal de carga que existía en el país.

A ello se añade que su alimentación se limita al pasto y que puede hacer largos recorridos sin probar agua.

Pertenece a la especie de los camélidos, en cuya crianza Bolivia probablemente ocupa el primer lugar. En el departamento de La Paz se contaba en 2016 con 300 mil ejemplares, con lo que se tenía la supremacía en la crianza de este hermoso ejemplar. En el país se estima que totalizan dos millones, pues casi todas las regiones altas del país disponen de su presencia.

La llama sigue siendo utilizada por los campesinos como animal de carga. Un informe oficial dijo el año pasado que las familias rurales dedicadas a la crianza y utilización de los camélidos -llamas y alpacas- como medio de carga y de producción de carne, en 2016 mejoraron sus ingresos económicos en alrededor del 60 por ciento, sobre todo en los departamentos de La Paz y Oruro.

Una información publicada por EL DIARIO el 13 de marzo de 2016 indicaba que las llamas no sólo tienen demanda nacional, sino también internacional, porque empresarios de varios países, entre ellos China, Japón y Brasil, se llevaron embriones para dedicarse también a su crianza. De ahí pasaron a otras naciones, en especial asiáticas, de manera que la llama es ya de existencia universal.

De modo que ha surgido ya fuerte competencia internacional en cuanto a la crianza de camélidos, al punto que en algunos países del Asía, en especial, están tratando de hacer creer que la llama es originaria de ellos.

En Bolivia, la crianza y utilización de las llamas se produce en municipios de La Paz, Oruro, Potosí y Cochabamba, cuya altitud respecto al mar está por encima de los 3.000 metros.

Sin embargo, existen criterios de expertos sobre que la crianza de la llama sigue teniendo un manejo rústico, precario y poco eficiente, en especial debido a la falta de servicios zoosanitarios.

De ahí que se considera que la escasa infraestructura productiva y los insuficientes servicios de asistencia técnica están dando lugar a que haya una considerable morbimortalidad de los animales.

Antes de que esta situación anómala termine por acabar con la existencia de camélidos en el país, es necesario que el Ministerio de Desarrollo Rural y Medio Ambiente dedique sus mayores recursos y esfuerzos a reavivar la crianza de la llama y alpaca, dotándoles de infraestructuras de crianza, alimentación y asistencia sanitaria.

De lo contrario, en pocos años más estos bellos animales dejarán de existir en Bolivia, cuando deberían ser las mayores reliquias que ostente en esta materia. No es cuestión de que todo quede a merced de las siempre escasas posibilidades que existen en las áreas rurales para conservar su existencia.

Tiene que ser un objetivo nacional contar con estas y otras especies que son originarias de Bolivia, porque en todo tiempo constituirán siempre motivo de orgullo nacional.