Poblaciones aliadas del contrabando

Los contrabandistas acuden a muchos recursos no solo para burlar el control sino que hace tiempo desafían a la Aduana Nacional frustrando sus esfuerzos para combatirlos. Cuentan con el auxilio de comunidades campesinas. El día 14 pasado otro camión cargado de contrabando fue quemado en la localidad de Caracollo, tan pronto como agentes aduaneros intentaron el comiso de la ilícita mercadería, según informes de la presidenta de la Aduana, Marlene Ardaya. La misma citó a Ansaldo, Eucalitos, Caracollo y Charaña como poblaciones comprometidas en estas actividades, sin embargo, son muchas más la que apoyan el contrabando.

Cuando se presentan estos casos, los comuneros ponen los artículos a buen recaudo en sus casas y los custodian hasta que los contrabandistas los recuperen a cambio de pagos en metálico. Si esta operación no es posible, incendian los camiones. Se prefiere la quema del motorizado y su carga a que sea decomisada. Al mismo tiempo cubren la fuga de los delincuentes o les facilitan refugio, de suerte que no se conoce detenidos, en similitud con los narcotraficantes.

La autoridad aduanera reveló que idéntica quema tuvo lugar en Santa Cruz el día 8 de febrero y el 2 de julio en Challacollo, aunque lo cierto es que estos atentados crecen en número además de poner en peligro la vida de los agentes aduaneros. Hay antecedentes del asesinato de algunos a manos de los pobladores aliados del ilícito, sin que por lo menos se pueda recuperar los cuerpos.

Esta receptación y complicidad no tiene precedentes de investigación a cargo de la propia Aduana, ni del Ministerio Público ni de la Policía, quedando en absoluta impunidad, lo cual alienta su expansión. La identificación de cabecillas de las comunidades comprometidas y su juzgamiento es la única garantía de poner coto a la situación.

El Gobierno -muy tranquilo ante los sucesos comentados- está obligado a actuar si pretende el vigor y la presencia del Estado como viene proclamando. Estamos ante actos anti Estado y anti legalidad y frente a un fenómeno inédito y escandaloso, sin par a nivel internacional. No significa otra cosa la existencia de bolsones donde la delincuencia se refugia. Debe tomarse el peso de que acontecimientos a los que bien se puede calificar como anti patria, se realizan nada menos que en sectores fronterizos y si vamos al extremo de que se tuviera un conflicto con nuestros vecinos, estas poblaciones habituadas a la prebendas facilitarían la agresión por su falta de conciencia boliviana, según demuestran. La condición de aymaras o quechuas de los posibles actores no debe detener el celo estatal ni el de la justicia.