Los enemigos del Presidente

Hace unos días, la organización CLACSO en un salón de la vicepresidencia distinguió al Presidente del Estado Plurinacional, quien en un largo discurso una vez más identificó a los que en su criterio son sus enemigos.

Entre los varios enemigos del régimen está por supuesto a la cabeza el imperialismo, representado por el gobierno norteamericano que pretende relanzar el dominio de Latinoamérica -al decir del Presidente- y que ahora nos hemos sacudido del mismo. Por supuesto, también está el capitalismo, que es el modelo económico que sustenta la potencia del norte y que seguramente es el causante de todos los males del mundo.

El imperialismo, que al decir de Marx es la última etapa del capitalismo, históricamente ha existido en muchos periodos del desarrollo de la humanidad, que se caracterizó por la ocupación de territorios y el sometimiento de sus pobladores. Entre los más notorios estuvo el imperio romano, que con la cultura griega expandió por el mundo occidental su cultura, entre la que está el idioma español y todos los demás originados en el latín. También las instituciones del derecho como ciencia que también influyó en los derechos de casi todos los países.

El capitalismo está basado en la acumulación de capital con el que luego se invierte en industria y comercio, está basado en la libertad de empresa y libre mercado, además de la propiedad privada como cosa sagrada.

El Presidente, refiriéndose a la política interna del país, declaró como sus enemigos a los derechistas y neoliberales, es decir a la mayoría del país que se pronunció contra su gobierno en las últimas consultas al pueblo, como la elección de los magistrados y jueces, el rechazo a una nueva repostulación a la presidencia (21F) y ya antes en el referéndum sobre las autonomías.

El enemigo es el contrario, el opuesto, el que busca hacer daño, el contrario en la guerra, y en consecuencia hay que destruirlo, porque supuestamente busca también la destrucción del contrario.

Declarar como enemigos a los que no siguen las políticas y tendencias ideológicas del régimen nos parece una postura exagerada, que tiende a la división de la sociedad y al enfrentamiento, que es contrario a lo que se entiende por democracia, donde existen mayorías y minorías y la disidencia es parte de la misma, así como la pluralidad de pensamiento político libre y garantizado, lo contrario es despotismo y dictadura.

El Presidente homenajeado manifestó su añoranza por los expresidentes de Argentina, Brasil y Ecuador, con quienes planificaba la unidad latinoamericana, seguramente dentro de la uniformidad ideológica del socialismo de corte extremista. Lo que se debe recordar es que casi todos los expresidentes populistas fueron echados del poder político por la voluntad mayoritaria de sus pueblos debido a los excesos en corrupción y desaciertos en la administración de los intereses de sus pueblos.

De ninguna manera sostenemos que el mejor gobierno es aquel que se encasilla en los extremismos, sino siguiendo al sabio Aristóteles, aquel que busca el “justo medio”, es decir una política de gobierno alejada de los extremos, y así consigue la unidad del pueblo y gobierna para todas las clases sociales, en especial apoyando con políticas eficaces a los más necesitados.

La política de la confrontación, división y desacuerdo entre compatriotas es el reflejo de la pregonada “lucha de clases”, en la que se busca la liquidación de una de ellas en la etapa del socialismo o dictadura del proletariado. También el Presidente respaldó una vez más al dictador venezolano Nicolás Maduro, para días más tarde comparar a éste con el Libertador Simón Bolívar, cuando en verdad entre Bolívar y Maduro no puede existir comparación, pues Bolívar fue el Libertador de cinco naciones, propugnador de la filosofía liberal que exalta las libertades ciudadanas y que dejó como legado su doctrina que rechaza precisamente el despotismo, así sentenció: “Nada es más peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un solo ciudadano en el poder”.

Bolívar fue un hombre ilustrado, un filósofo y un constructor de naciones. El señor Maduro es la antítesis de Bolívar en todo, en especial en someter por la fuerza a su pueblo y condenarlo al hambre y miseria.

El autor es abogado y politólogo.