Existen demasiadas cosas ocultas, mal redactadas o que se prestan a dobles interpretaciones en la Constitución Política del 2009, y eso nos ha llevado desde a una reelección presidencial “trucha” como la del 2014 a otra serie de asuntos menores, pero que no por eso dejan de tener una enorme importancia. Una de esas tiene que ver con el Territorio Indígena Parque Nacional Isoboro-Sécure, el sufrido Tipnis, que ha estado en boca de todos los canales de televisión, radio, y que ha consumido toneladas de papel y tinta.
Sabemos que el Tipnis fue declarado Parque Nacional en 1965, lo que estuvo muy bien para protegerlo. Y que ha sido declarado Territorio Indígena en 1990, lo que fue una conquista más para los moradores de esa hermosa región tan rica en biodiversidad; única, según dicen, en esta parte de América. Hasta ahí, perfecto. Pero la Constitución del 2009 ya saltó por encima de todo, en su afán de mostrarse más indigenista que nadie, dando inicio a la parcelación de Bolivia con sus arrebatos de incorporar con todos sus derechos a 36 etnias, idiomas, costumbres y “tuti quanti”. Sabemos que en Bolivia el aymara y el quechua son las únicas etnias y leguas que rigen plenamente, además del español que es masivo, por supuesto. Lo demás, los habitantes del oriente, fuera del chiquitano y el guaraní, se trata de pequeñas poblaciones, de tribus dispersas, y hasta sólo de familias que no pasan de cien personas. Lo de las 36 etnias y sus respectivos idiomas no son sino una ficción.
Siempre he pensado que Bolivia es una sola y que ningún grupo étnico puede ser dueño de un territorio y menos prohibirle el ingreso al Estado para los fines que la nación estime necesario. Parcelar el país no es unirlo como cree el MAS sino todo lo contrario, es dispersar y hasta enfrentar a sus habitantes rurales. Pero estos generosos revolucionarios populistas sedientos de votos piensan distinto y de ahí apareció el artículo 403 de la Constitución, sancionando el “derecho a la tierra, al uso y aprovechamiento exclusivo de los recursos naturales renovables en las condiciones determinadas por la ley; a la consulta previa e informada y a la participación en los beneficios por la explotación de los recursos naturales no renovables que se encuentran en sus territorios; la facultad de aplicar sus normas propias…”. Es decir que la Ley de Leyes somete a todos los bolivianos a la voluntad de quienes aparecen como propietarios de extensos territorios, más allá del Tipnis, en otros vastos espacios nacionales que ahora no aparecen activos, pero no sabemos si mañana también reclamarán exclusividad soberana con todo derecho. Lo que sabemos es que la Constitución manda, la redactaron y aprobaron los masistas y ahora se ven en figurillas para burlarla.
Además que luego de la larga marcha de los moradores del Tipnis que llegó hasta La Paz después de 65 días de padecimientos, pero recibidos con regocijo por la población, se arrinconó al Gobierno y no le quedó otra salida que aprobar la precipitada Ley Corta, donde, para rematar, se declaraba al Tipnis “territorio intangible”, es decir intocable, con lo que los empeños gubernamentales de partir en dos ese territorio tuvieron que ser paralizados junto a unas obras que ya estaban en marcha, suponemos que con cuantiosas pérdidas para el Estado.
Pero este Gobierno no ha sido nunca de fiar y si se compromete en algo hay que estar atentos a cuándo traicionará su palabra. Ahora S.E. ha salido promulgando otra ley que levanta la intangibilidad del Tipnis y con eso da piedra libre a lo que se quiera hacer allí, empezando por la carretera, que es como partir una sandía de un machetazo, siguiendo con establecer aeropuertos, caminos vecinales, meter maquinaria pesada, pero, sobre todo, dar las facilidades más amplias para que los ávidos chapareños invadan el Tipnis para sembrar coca a troche y moche.
Lo que vendrá no lo sabemos, pero ya se puede ver la intensa propaganda que se ha desatado para amedrentar a los moradores del Tipnis que siempre se opusieron al proyecto carretero. Ya se ha comprado conciencias y va apareciendo una dirigencia indígena afín al MAS y otra dirigencia política que está en Trinidad, más peligrosa que cualquiera, que obedecerá ciegamente los mandatos de S.E. Desde luego, ya dicen los masistas benianos que somos los cruceños quienes nos oponemos al desarrollo de su departamento, con lo que le ponen sal a la herida abierta por el MAS. “Cueste lo que cueste” es el grito de guerra del Gobierno y no hay por qué dudar que pondrá toda la carne en el asador. Otra derrota en el Tipnis le sería insoportable.
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