Juan Huañapaco Quino
En Bolivia la Ley 1.565 de Reforma Educativa ha planteado en su momento calidad educativa, por la necesidad de impulsar la formación del capital humano para el desarrollo económico y la transformación de la realidad. Tener en las aulas maestros cualificados era el objetivo principal para mejorar el aprendizaje de los estudiantes. Esta proyección de cambio que se gesta en el gobierno neoliberal del MNR, no deja de ser importante para el gobierno del presidente Evo Morales. Se trata de fortalecer la formación integral y holística, compromiso social y vocación de servicio de maestras y maestros en ejercicio; se constituye como pilar fundamental en el Programa de Formación Complementaria (Profocom) en el marco de la Ley 070 que se viene implementado en la coyuntura actual.
La Ley 1.565 de la Reforma Educativa obliga al gremio docente a complementar su formación en universidades públicas y privadas para mejorar la calidad educativa en el sistema de educación regular, ya que la evaluación realizada por Etare (Equipo Técnico de la Reforma Educativa) dio como resultado la mala formación de los maestros. La misma se constituía como uno de los indicadores de la dramática realidad por la que atravesaba la educación. Con la misma intención de superar las falencias encontradas en la gestión educativa, además de transformar el Sistema Educativo a partir de la formación permanente de maestras y maestros, el Ministerio de Educación implementa el Programa de Formación Complementaria (Profocom) para maestras y maestros en ejercicio y de esta forma tener en las aulas profesionales críticos, reflexivos, autocríticos, propositivos, innovadores e investigadores de la realidad educativa; comprometidos con la democracia, las transformaciones sociales, con alto nivel académico en el ámbito de la especialidad y en el ámbito pedagógico.
La cualificación de los maestros en pleno Siglo XXI es importante, porque de ellos depende el éxito o el fracaso del modelo educativo sociocomunitario productivo en las unidades educativas, sin descartar la participación de la comunidad educativa.
Mejorar la calidad educativa desde la especialidad o el área de conocimiento en la que ha sido formado el maestro en su formación inicial es fundamental para un aprendizaje integral, holístico y significativo en los estudiantes. Sin embargo esta realidad en algunas unidades educativas trae consigo la improvisación, sabiendo que no todos trabajan con su especialidad, unos tienen formación para el Nivel Primario, otros para el Tercer Ciclo, como lo era con la Ley 1.565, éste último reconocido por la Ley 070 para que los maestros trabajen en el Nivel de Educación Secundaria Comunitaria Productiva, previa formación complementaria en una de las áreas de conocimiento, que no es igual a la formación inicial que reciben en las Escuelas Superiores de Formación de Maestros.
Actualmente existen maestros que trabajan en diferentes niveles con o sin formación para ese nivel o para esa área o especialidad, no tienen pertinencia académica ni estudios permanentes-complementarios para desenvolverse de acuerdo con nuevos conocimientos y capacidades que han adquirido para brindar al estudiante formación integral (cognitivo, espiritual y social), por tanto continúan siendo aplicadores de planes y programas curriculares.
Esta realidad por demás preocupante hace que los estudiantes continúen siendo irreflexivos, acríticos, conformistas, pasivos y monolingües. La simple transferencia de conocimientos, la memorización, el dictado, la copia de libros, entre otros, siguen vigentes. Estas particularidades de la escuela tradicionalista amerita una revisión crítica en la práctica educativa, sabiendo que la escuela de hoy debe profundizar una reforma del pensamiento en los maestros.
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