El Dakar 2018 se despidió ayer miércoles de las dunas con su quinta y última etapa sobre el desierto peruano y comienza a tomar altura al adentrarse en la cordillera andina, rumbo a Bolivia. La quinta etapa del rally, entre las ciudades de San Juan de Marcona y Arequipa, fue la última que se desarrolló íntegramente sobre territorio peruano y la más larga de todas para los coches y los camiones.
Los vehículos más grandes hicieron 934 kilómetros, de los que 268 serán cronometrados, mientras que las motos y los quads hicieron un recorrido distinto, con 774 kilómetros, de los que 266 serán de competición.
Esta particularidad agregó mayor dificultad a los pilotos de coches, pues en su ruta no encontrarán las huellas de las ruedas de las motos, como normalmente acostumbran a hacer para guiarse mejor en el rumbo que deben seguir.
Lo vivió con más crudeza el francés Sébastien Loeb (Peugeot), que fue el encargado de abrir ruta para los vehículos al ser el primero de los coches en partir tras haber ganado la etapa del martes. En el recorrido hacia los Andes, los competidores también encontraron las dunas más altas de todo el rally, y a esa mayor altitud, los vehículos pierden potencia, por lo que el riesgo de quedarse atrapado en la arena fue aún más grande.
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