El gobierno, con miras a conseguir inversiones, tanto por parte de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Canadá, organizó reuniones con empresarios y capitalistas en cada capital de esos países y trató de alentarlos y darles seguridades para que inviertan capital financiero, tecnología y capital humano en Bolivia; pero, por más esfuerzos hechos, no se logró resultado positivo. Según dirigentes empresariales del país, “no hay condiciones que sean atractivas para las inversiones” y ello es factor determinante para que no haya las respuestas debidas.
En Nueva York, fue el propio Presidente de la República que se reunió con capitalistas norteamericanos; en Alemania e Inglaterra, lo hizo el Ministro de Economía y en Canadá, el Ministro de Minería; pero no lograron resultado alguno y encontraron respuestas con el criterio de que “no existirían condiciones que garanticen inversiones”. Efectivamente, la situación es incierta por los aumentos salariales que sufren cambios, el segundo aguinaldo, el tipo y calidad de impuestos que se cobra, los morosos trámites que es preciso realizar, el contrabando y otros factores que son determinantes para que no haya ánimos ni deseos de instalar industrias o negocios en Bolivia.
Los fracasos en esos trámites que, además, costaron mucho al peculio del país, son claros y lo lamentable es que el gobierno no cambia sus políticas y siguen los mismos obstáculos, las mismas dificultades y, sobre todo, mayor vigencia del contrabando; por otra parte, el pasado año se tuvo que pagar un segundo aguinaldo y subsiste la disposición en sentido de que “si el crecimiento es del 4,5% o más, seguirá el pago del beneficio” (ED 19-XII-18).
La CEPAL ha explicado que “Bolivia los mayores recursos que recibió fueron para hidrocarburos, aunque en montos muy pequeños entre 110 y 90 millones de dólares en 2017”. Esta es realidad que comparativamente con las inversiones que reciben Chile, Perú, Argentina, Brasil y otros países, lo invertido en nuestro país es mínimo y no da lugar a tener certeza de que esto pudiese cambiar en el futuro inmediato. Para lo mediato, el gobierno tendrá que cambiar todo lo que frena a las inversiones y no solamente a las foráneas sino, muy especialmente, a las internas, ya que, igualmente, no permite que tengan seguridad alguna los empresarios.
Si efectivamente se desea atraer inversiones, tendrá que haber garantías precisas y durables; cambios en las disposiciones tributarias que son altas, cambios en la burocracia que no debe significar huida de los inversionistas, evitar pagos extraordinarios como el doble aguinaldo; combatir decidida y efectivamente al contrabando. De todos modos, así se anule disposiciones que imposibilitan las inversiones, los resultados no serán inmediatos y, como es lógico, habrá esperas para ver que efectivamente se pueda confiar en el gobierno y las medidas que adopte. Es, pues, preciso que el país sea confiable, creíble y serio en su economía referida a inversiones.
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