Cualquiera fuese el candidato que gane la presidencia del país en las próximas elecciones nacionales, su situación será posiblemente muy difícil y hasta crítica por el estado de crisis que se vislumbra para el país.
Esa situación crítica será, por alto índice de probabilidades, producto de factores económicos y políticos que, en conjunto, generarán un estado de cosas de alta complejidad e ingobernabilidad. El primero, porque ha terminado la época de las vacas gordas y, el segundo, porque se presentan problemas políticos de consideración.
En caso del triunfo de la fórmula de la re-reelección, la situación será muy aguda porque no se habrá resuelto y, más bien, se agravará el malestar público por el desconocimiento al resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016 (21F). Ni qué decir en caso de que gane la papeleta opositora.
En cuanto al factor económico, el panorama no será menos agudo para cualquiera de los candidatos, debido a la baja de los precios de las materias primas de exportación, de los que dependen el país, el Estado y la población.
Con algún detalle económico, se observa que el sistema financiero estatal sigue retirando sus depósitos del Banco Central para fines poco constructivos y, por tanto, se verá obligado a vender sus activos internacionales o imprimir moneda en caso de que el sector financiero necesite retirar los depósitos, política que hará heredar grandes deudas que limitarán las iniciativas del nuevo gobierno para tener por lo menos una gestión mínimamente aceptable.
El gobierno del 2020 enfrentará otros graves problemas, como la deuda interna que el gobierno contrajo con las AFPs, YPFB, ENDE, varias empresas estatales deficitarias como Huanuni, la deuda externa que llega a 9.300 millones de dólares, a la que hay que sumar otros 9.557 millones de la deuda interna, y ambas sumas resultan 18.857 millones de dólares. Por tanto, si las empresas no pagan o sigan en niveles deficitarios, estallaría una inflación o bien se tendría que subir los impuestos, única forma de superar políticas irresponsables.
¡Sobre mojado, llovido! El déficit fiscal sigue creciendo, con el agravante de que se cubre a costa del déficit, a lo que se suma la falta de mercados para nuestros productos no tradicionales.
La situación del país se presenta, pues, bajo esa oscura perspectiva y cualquier gobierno que venga tendrá que capear grandes temporales, sin tener en cuenta otros factores como el déficit fiscal, el de la balanza de pagos, la reducción de la disponibilidad de divisas.
En todo caso, sería conveniente que los candidatos vayan poniendo las barbas en remojo y pensando en un plan heroico para evitar un “venezolanazo”.
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