Buscando la verdad
“En el campo venezolano no hay nadie, no hay una cabeza de ganado, no hay nada; la gente se fue a las ciudades de la costa y se perdieron los oficios; en esas condiciones, cuando se produce la crisis del precio del petróleo, Venezuela queda descalza porque no tiene producción interna de comida y eso no se arregla por arte de magia (…) Maduro no puede resolver el problema de la comida, porque no se inventa agricultores”, declaró José Mujica, ex Presidente del Uruguay, a la Agencia Rusa de Noticias Sputnik (“Mujica afirma que Maduro no tiene la culpa de lo que sucede en Venezuela”, 14.09.18).
Esta sentencia del ex Mandatario -que con sus luces y sombras siempre sale a la palestra para poner el dedo en la llaga, los puntos sobre las íes o sincerar situaciones polémicas a diferencia de otros que dicen lo políticamente correcto- está próxima a la creencia de la “maldición de los recursos naturales”, tesis de quienes creen que lo que Dios da al hombre puede ser malo, cuando lo malo viene del desacertado uso de los recursos que el hombre recibe de Dios.
Según Mujica, la crisis en ese país es producto de que “la riqueza petrolera de Venezuela en el largo plazo terminó constituyendo una especie de veneno para la sociedad venezolana, porque deformó toda la economía y los venezolanos se acostumbraron a vivir de cosas importadas”. Para él, la importación masiva de alimentos liquidó la agricultura.
Finalizó la entrevista diciendo algo muy honesto de su parte: “En el mundo existe la idea conspirativa de que hay intereses de potencias que se mueven en todo esto; no tengo duda que eso puede suceder, pero no creo que sean la causa: nuestros problemas internos son los que crean condiciones a favor del trabajo de las agencias externas”.
Interesante análisis, aunque centrado en las consecuencias y no en la causa. El hambre y la hiperinflación que azotan a Venezuela es el resultado de las malas decisiones del extinto Hugo Chávez, cuya política de confiscaciones y desatención a su empresariado conspiró contra la suficiencia que pudo haber construido con semejante renta petrolera.
Créanme: ¡Ningún empresario dejará de producir para el mercado interno y exportar, si es que el Estado le da las condiciones para ello. Ni loco que estuviera!
Invertir, generar empleos, ingresos y reinvertir sus ganancias para producir más y de mejor manera, es la lógica empresarial. Lamentablemente eso no se entendió así en Venezuela. ¿Cuál la lección aprendida? País que no cuida a sus productores, acaba mal.
El autor es Economista y Magíster en Comercio Internacional.
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