En busca de la libertad unos perecieron y otros salieron ilesos, hoy como ayer. Lo destacable y meritorio es que enarbolaron banderas de interés común. Actitud que será honrada por quienes vienen detrás de nosotros.
La búsqueda de la libertad siempre ha sido dura, significativa e histórica. No ha sido fácil, por lo visto, promover acciones de esa naturaleza, en circunstancias que los Derechos Humanos eran objeto de vulneración, en sus más elementales conquistas, en algunos países del continente latinoamericano y del Caribe.
En momentos en que los “predestinados”, haciendo gala de su Poder omnímodo, se entregaban al festín dictatorial, en desmedro de la praxis democrática, de la libre expresión y de la protesta social. Aplicaron, para ese propósito, enunciados político ideológicos que ya no tenían ni tienen cabida, en un mundo interdependiente.
Al extremo que se convirtieron en dueños y amos de la ciudadanía. A quien exigía, con firmeza y coraje, libertad, lo excluían, lo eliminaban o lo enviaban a la cárcel. O lo controlaban con una porción de alimentos. En Bolivia, recordemos, hubo también los “cupos”, en el pasado mediato, destinados a paliar el hambre.
Y manipularon normas y disposiciones legales de acuerdo con sus intereses políticos de tipo sectario, partidario o personal. Quizá, posiblemente, con el fin de perpetuarse en el Poder.
Los pueblos no se cansaron de buscar la libertad. Bregaron, con ese objetivo, en las ciudades, en las minas y el agro. Jamás doblaron la cerviz ante la arremetida de fuerzas oscuras que pretendían acabar con la vigencia de aquélla. Pues nacieron libres, sin ataduras con algún ente político ni gobierno alguno.
En esta búsqueda, la bibliografía de carácter político se ha enriquecido con la publicación de libros y folletos. Asimismo las redes sociales se han saturado con el tema. Ya no se estila mucho hoy el panfleto, el “volante” y las “palomitas”, para llevar la información al pueblo.
En busca de la libertad los pueblos sacrificaron vidas y derramaron sangre, pasaron hambre y soportaron sed. Muchos dejaron sus huesos en tierras lejanas o sea en el destierro. Lejos de la familia, de sus hijos y nietos.
Libertad es sinónimo de democracia. Se traduce como el principio de la convivencia civilizada, con entendimiento, tolerancia y la confrontación de ideas e ideales.
En esa perspectiva, el pueblo, heroico y sufrido, protagonizó el restablecimiento de la democracia, en el pasado mediato. Él acabó con los regímenes autoritarios en los cuatro confines de la América. Expulsó del mismo modo a sus exponentes que gozaban de una infinidad de prebendas. Éstos vivían, pero aquél subsistía.
En este contexto: la historia es lapidaria. No tiene contemplación alguna. Ella acopia datos para la posteridad y caiga quien caiga por sus excesos en contra la libertad.
En suma: la libertad es parte de nuestra existencia y habría que defenderla ahora más que nunca.
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