Inmaculada Concepción
> De las 68 viviendas colapsadas, solo 25 se encontraban dentro de planimetría y 41 viviendas no
El último informe da cuenta que el total de familias damnificadas por el deslizamiento en Inmaculada Concepción se aproxima a 180 y de las 68 viviendas colapsadas, 19 deberán ser demolidas y otras 53 están en evaluación.
“El total de familias damnificadas por el deslizamiento de Kantutani se aproxima a 180, 68 viviendas colapsaron, 19 deberán ser demolidas y otras 53 están en evaluación”, informó el alcalde Luis Revilla.
De acuerdo con la autoridad se han atendido 119 familias en los albergues, lo que no significa el número total de familias que han sido damnificadas, se está acercando a 180 familias.
Indicó que las 119 familias fueron atendidas en dos albergues instalados en la cancha Fígaro y en el sector de Inmaculada Concepción.
El martes, cerca al mediodía se registró un gran deslizamiento de tierra en la zona de Kantutani, que destruyó varias viviendas que fueron construidas sobre un antiguo botadero municipal.
Revilla explicó que de las 68 viviendas colapsadas, solo 25 se encontraban dentro de planimetría y 41 viviendas no; así como solo 15 viviendas tenían catastro.
“La gran mayoría de las viviendas no tenía autorización de construcción del Gobierno Municipal, particularmente las que estaban en la parte baja”, apuntó.
Según un mapeo de la zona, el Alcalde explicó que toda el área que está remarcada dentro de la línea amarilla es la superficie de influencia directa del deslizamiento que ha llegado hasta la avenida Kantutani.
En la franja roja hay 19 viviendas que han sido desalojadas y que obligatoriamente deben ser demolidas para estabilizar el área.
En la franja verde hay 53 viviendas que todavía están en evaluación de demolición, y eso estará en función de los trabajos de estabilización.
Para afrontar los operativos del deslizamiento, la Alcaldía dispuso de 500 funcionarios municipales administrativos y 200 operativos, a los que se sumaron 754 personas de la Policía, ministerios y diversas instituciones. La Alcaldía también dispuso de 57 equipos de maquinaria pesada.
“En este momento lo que corresponde es atender la emergencia, más allá de los documentos o no, todas las personas tienen que tener una solución para estén el menor tiempo posible en los campamentos”, apuntó el Alcalde.
TESTIMONIOS DE DAMNIFICADOS
En medio de un panorama desolador, las familias afectadas por el deslizamiento esperan con desesperación recuperar algo de sus pertenencias. Es el caso de María (nombre ficticio) que entre lágrimas mira con impotencia el precipicio y recuerda afligida todo el sacrificio que requirió para construir su vivienda de tres pisos.
Con la mirada buscaba entre los escombros, lo que fue un día su casa, la misma que quedó enterrada en la zona del desastre, el llanto de María era inconsolable. “Ya no quiero vivir”, decía la mujer de alrededor de 54 años, sus manos temblaban y pese a la contención que recibía de los vecinos la mujer se encontraba llena de impotencia.
“Tanto sacrificio, tantos años, la deuda del banco, para qué voy a vivir si ya lo he perdido todo, no tengo nada”, expresaba en medio de sollozos.
En el lugar no era la única que estaba sumergida en la impotencia, una joven familia de seis integrantes, hoy les toca empezar de cero. Se trata Henrry Llanos, un fotógrafo que trabaja en los puentes trillizos registrando imágenes de los recién casados, había conseguido una carrosa para la decoración de los novios, pero el deslizamiento se terminó llevando su instrumento de trabajo.
Mientras sus ojos derramaban lágrimas, sus manos estrujaban una manta, “mis hijos no tienen a dónde llegar”, decía y recordaba el sacrificio traducido en años, inversión y deudas que le permitieron construir su hogar.
“Mi casa es producto de toda una vida”, decía; lo poco que ganaba lo reunía para construir su casa, valuada en más de 150.000 bolivianos.
Reconoció que no tenía el permiso de construcción, “muy pocas personas contaban con ese permiso, estamos mal acostumbrados no pedimos la opinión de expertos y solo construimos”, dijo.
Otra de las historias que refleja el drama de los damnificados es la historia de Antonia Ticona (persona discapacitada) y su esposo recientemente sometido a una operación de cabeza, ambos imposibilitados de continuar trabajando entre lágrimas suplicaron ayuda del Gobierno.
Su única fuente de ingreso era a través de una tienda de abarrotes, pero la fuerza de la tierra terminó llevándose todo.
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