¿Alguna vez acudiste de emergencia al médico o al dentista y te aplicaron anestesia?, entonces sabes que el anestésico es para no sentir dolor, lo mismo pasa en nuestra mente, nos anestesiamos para evitar el dolor emocional.
“No sentir” es un engaño para no sufrir, de esta manera usamos máscaras, corazas, para evitar que se manifiesten las emociones. Este endurecimiento nos lleva a mayor sufrimiento al negar una situación al decir “Yo no siento nada, “No me importa”, “Me da igual”, son excusas porque lo que en realidad pasa es que estás sintiendo miedo de enfrentar una situación difícil o dolorosa y quieres escapar rápidamente, como un mecanismo de defensa.
En la vida es necesario a veces sentir dolor para poder crecer, asumirlo, reconocerlo, aceptarlo y, al final, liberarnos de él y ser mejores personas.
Ser responsables de lo que sentimos, hacernos cargo y expresarlo no es malo, todo lo contrario, nos permite sacar a la luz lo que nos molesta y empezar una nueva forma de vivir.
Al no mirar dentro de ti o el problema que está al frente tuyo, estás negando los conflictos y absolutamente nada ganas con esta actitud de niño/a, quizás los demás quieren conversar contigo del “problema”, pero lo pospones para mañana, estás viviendo en negación, quizás pensando que al no ver el conflicto no existe, ¡pero ¡sí existe!, ¡deja de hacerte el ciego!
De adultos no mostramos nuestras emociones por hacernos los fuertes e indomables, aguantamos, luego la molestia es tal, que explotamos con rabia e ira contra nuestra pareja o contra nosotros mismos de forma exagerada y los demás no comprenden qué sucedió.
Todo comienza en la niñez, cuando de pequeños no mostramos las emociones porque creemos que si lo hacemos, la otra persona, que puede ser nuestro padre o madre, hermano, amigo, no nos aceptará, ya no nos valorará, tememos a la crítica y dependemos de la opinión de los demás.
Debemos enseñar a nuestros hijos a expresar las emociones en cada momento, sin miedo, ya que es un ejercicio de amor y respeto hacia uno mismo, una forma madura de expresar lo que sentimos, porque lo más importante somos nosotros mismos. Las emociones como tristeza y alegría generan equilibrio psíquico y emocional, y la tristeza induce a padecer enfermedades psicosomáticas.
Escribe en un papel tus emociones del día o del mes, ayudará a que revises cuán a menudo estás triste o alegre, esta tarea te dará la dimensión de lo que debes cambiar, apaciguará tu mente y te hará reflexionar. Si la persona que te marcó de alguna manera ya no está en tu mundo o en tu presente, igual escríbele una carta para resolver en tu mente el conflicto y recuperar la ansiedad paz, que nadie, ni siquiera tú, pueda robar tu paz, pues es lo más preciado que tienes.
La autora es Psicóloga- Terapeuta
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