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Para autores de novelas

Humor, un suplemento del arte

> Juan Cárdenas, Diego Loayza y Álvaro Loayza, en un diálogo ameno con EL DIARIO, contaron los pormenores de sus libros en los que hay una fuerte influencia del lenguaje popular


Los hermanos Diego Loayza y Álvaro Loayza, junto a Juan Cárdenas, participan en la Feria Internacional del Libro La Paz.

Con motivo de la reedición de la novela “De kenchas, perdularios y otros malvientes” (Editorial El Cuervo, 2019) de los hermanos (Álvaro y Diego) Loayza y la primera edición boliviana de Juan Cárdenas con su libro “Ornamento” (Dum Dum editora, 2019), que serán presentados hoy en la Feria Internacional del Libro de La Paz, logramos juntar a los autores mientras degustaban jugosas salteñas azotados por el inclemente sol paceño. Procedimos, luego a conversar de literatura.

EL DIARIO (ED): Un rasgo distintivo de las obras de todos ustedes es el humor ¿Qué nos pueden decir de este condimento literario?

Juan Cárdenas (JC): Normalmente el humor en el arte está mal visto, porque se lo asocia con la reducción de todos los recursos a la producción de un efecto. Pero creo que el humor tiene una economía distinta, no se cierra en la risa, en la carcajada, sino que el humor es un suplemento, es un derroche.

Diego Loayza (DL): El problema del humor es confinarlo a un género como la comedia, en el que pierde su capacidad irreverente y transgresora.

JC: Justamente, por eso, hasta en las mismas comedias se marca más el humor que surge de lo gratuito. Y me parece que en ambos libros existe algo gratuito en el humor, incluso algo ornamental, ya que el ornamento es justamente eso, un exceso.

Álvaro Loayza (AL): El humor en literatura, más allá del efecto del chiste, en nuestra escritura es una visión del mundo, una Weltanschauung, que sale desde el mismo impulso de escribir. En este sentido “Los kenchas” participa más de la tradición de la novela clásica con Cervantes, “Gargantúa y Pantagruel” y la picaresca española. “Ornamento” y la literatura de Juan lacta más de una modernidad kafkiana, con un humor más ligado al absurdo que deviene en terror.

JC: Y ambos se encuentran en una tradición más general del grotesco, que se enmarca en un materialismo, en una especie de realismo enriquecido, donde la deformación y la fantasía son recursos para crear un acercamiento sensible al mundo.

ED.- En ambos libros hay una fuerte influencia del lenguaje popular, ¿a qué atribuyen ese interés?

JC: No hay que olvidar que la novela moderna nace con una toma de conciencia de que la lengua vulgar es un dispositivo, un dispositivo de escritura. Es lo que sucede en el Quijote, en Shakespeare, donde la lengua del pueblo, o popular, se vuelve alta literatura.

DL: El interés y las premisas mismas de “Los kenchas”, cacho, singani y prohibición, obligan a enfrentarse irremediablemente con el lenguaje popular, y toca resolver esta situación como un problema estilístico y no como una mera transcripción.

AL: Por eso surge del lenguaje obtenido una derivación promiscua, grotesca y por ende humorosa del habla de los personajes.

DL: La traducción del lenguaje popular a la escritura es un artificio, y hay que tomarlo como tal. Su efectividad sonora radica en la calidad del artificio, ya que cualquier intento de copia fidedigna fracasa en un pobre ejercicio de transcripción etnográfica.

JC: Estas novelas, y en general la ficción, proponen modelos conjeturales de realidad, por ejemplo, ni la prohibición del alcohol y el juego, ni la invención de una droga que solo funciona con mujeres es una realidad, pero la sola propuesta ya tiene todo un influjo sobre el universo ficcional y el lenguaje.

ED ¿Tienen algún consejo para los jóvenes escritores?

AL: Yo solo les diría que se vuelvan más viejos para escribir mejor.

DL. Que a la hora de escribir se tomen el humor muy en serio.

JC: Que aprendan a desaprende.

 
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