Lanzacohetes, fabricación de fusiles, tropas…

Noticias nada halagüeñas confirman que en este mundo siempre y hasta ahora, el odio, la maldad y el deseo de destrucción han imperado sobre los anhelos de bienestar, tranquilidad y paz entre los pueblos. Un repaso a la historia de la humanidad verifica estas aseveraciones.

En estos últimos días, la prensa internacional anuncia ensayos de armas destructivas consistentes en lanzacohetes teledirigidos con mortíferas bombas de alto poder. Y permanentemente algunos líderes políticos del mundo oriental lanzan amenazas de destrucción masiva hacia países de occidente, particularmente a los EEUU.

EN SUDAMÉRICA

En nuestro continente también ya se sienten vientos de guerra y esta información se basa en un anuncio reciente sobre la adquisición, por parte de Venezuela, de cien mil fusiles AK-103 procedentes de Rusia.

La misma fuente informa sobre la inminente apertura de una primera fábrica de construcción de fusiles Kalashnikov como parte de un convenio de cooperación militar entre Rusia y Venezuela. Y no hay que olvidar que en junio de este año, el jefe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de EEUU, confirmó la presencia de tropas rusas en Venezuela y el envío a Caracas de aviones con un centenar de militares, actitud calificada por un Asesor de Seguridad de la Casa Blanca como “una amenaza directa”.

No se necesita ser un experto en relaciones internacionales y en análisis de enfrentamientos bélicos para comprender que todo lo mencionado anteriormente mueve a preocupación. Es percibida claramente la intención ya no disimulada de una intromisión ideológica y bélica de potencias mundiales gobernadas por regímenes de tendencias totalitarias.

Y es que los enormes territorios y bosques sudamericanos aún deshabitados, sumados a los valiosos recursos naturales que abundan en nuestros sitios, son permanentemente ambicionados por países donde ya sus campos resultan pequeños por el gran aumento de su población, tanto que sus ciudades ya no crecen horizontalmente sino en forma vertical con la construcción de altísimas edificaciones.

Otro factor que alienta esta expansión ideológica y guerrera es también debido a la búsqueda (ya casi alcanzada) de consumidores de su producción industrial, tecnológica y armamentista.

OTRA POTENCIA MUNDIAL

Y no sólo es Rusia la que está mostrando su influencia en Sudamérica con la colaboración de algunos gobiernos afines a la ideología de los gobernantes; ahora es China.

Últimamente en América y Bolivia, también es clarísima la llegada de empresas chinas (con obreros propios), dragas para la extracción de minerales (especialmente oro) y abundante mercadería de ese país consistente en maquinaria pesada, diversidad de rodantes (coches, buses, minibuses, motocicletas), variedad de ropa, mueblería, juguetería, etc. y, sobre todo, millonarios préstamos de dinero.

FUSILES LÁSER

Y otra noticia alarmante, en ese país asiático también el armamentismo ha logrado avances: la fabricación de fusiles con rayos láser que desintegran la piel humana con un rayo invisible y sin sonido que “puede atravesar objetos” a un kilómetro de distancia.

Ese armamento funciona con baterías recargables de litio y tiene una capacidad de mil disparos en el tiempo de dos segundos. La empresa china fabricante ya anunció una inminente “producción masiva”.

CONCLUSIONES

Los fusiles tradicionales y modernos, además de lanzacohetes de alcance intercontinental, no son fabricados para su utilización en exhibiciones de pirotecnia o en otra clase de diversiones. En el mundo ya se conoce su poder de destrucción y muerte.

En todos los países sudamericanos y, por supuesto, en Bolivia, existe la esperanza de que ese armamento nunca sea utilizado, porque lo contrario significaría dolor, muerte, destrucción y grandes tragedias.

Hay que ahuyentar los vientos de guerra. Que se imponga la mesura, la tranquilidad y la anhelada paz.