La Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional define la trata de personas como “La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación”.
Esa explotación incluirá, como mínimo, la prostitución u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
Esta definición facilita la convergencia en los enfoques nacionales en relación con el establecimiento de infracciones penales nacionales, que apoya la cooperación internacional eficaz en la investigación y el enjuiciamiento. La definición se encuentra en el Protocolo de las Naciones Unidas para Prevenir, reprimir y sancionar la Trata de Personas, especialmente mujeres y niños, adoptado por la Organización de las Naciones Unidas en Palermo, Italia, en 2000.
Es un delito internacional de lesa humanidad y viola los derechos humanos de la persona. También se lo denomina la esclavitud del Siglo XXI. Es una violación a los derechos humanos, que atenta contra la libertad y la dignidad de las víctimas. Esto incluye la captación y el transporte ilegal de personas. Es un acuerdo internacional adjunto a la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional.
El Protocolo contra la trata de personas es uno de los tres protocolos adoptados a fin de facilitar la aplicación de la Convención. El fin del acuerdo es favorecer la cooperación internacional, las investigaciones y procedimientos penales contra los criminales dedicados a la trata de personas. Un primer objetivo es proteger y asistir las víctimas de tales crímenes, por el pleno respeto a los derechos humanos. Se trata del primer instrumento a nivel global para combatir la trata de seres humanos y el único hasta ahora que atribuye una definición universal de éste.
Según estadísticas, el negocio de la trata mueve más de 32.000 millones de dólares por año en el mundo. Según la OIT, más de 12 millones de personas sufren situaciones laborales similares a la esclavitud. Cuatro millones son víctimas de la trata cada año. La mayor parte de las víctimas son niñas, niños y mujeres. Entre el 10 y el 30% de mujeres víctimas de la trata son menores de edad. En América Latina, millones de niñas, niños y adolescentes son víctimas de explotación sexual, comercial o laboral (mendicidad).
La trata de personas es un fenómeno global: más de 130 países han reportado casos. Es una de las actividades ilegales más lucrativas, después del tráfico de drogas y de armas. De acuerdo con estimaciones de las Naciones Unidas, más de 2,4 millones de personas están siendo explotadas actualmente como víctimas de la trata de personas, ya sea para explotación sexual o laboral. Otras formas de trata de personas son la servidumbre, el tráfico de órganos y la explotación de niños para la mendicidad o bien la guerra. Hasta un 80% de las víctimas de la trata de personas son mujeres y niñas.
Naciones Unidas declaró en 2009 que las estimaciones muestran que podría haber alrededor de 270.000 víctimas de la trata de personas en la Unión Europea.
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