Israel Camacho Monje
El ciudadano común boliviano recuerda que en el primer período gubernamental (1952-56) del presidente de la República de Bolivia, Dr. Víctor Paz Estenssoro, y a la vez Jefe indiscutible del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), fue él quien implantó la nueva y famosa “Escolta presidencial”, conformada por seis admirados, temidos y abusivos motociclistas, de buen físico.
Estaban vestidos con la indumentaria correspondiente, con cascos metálicos que cubrían sus cabezas, amplias gafas que cubrían sus ojos, gruesas chamarras de cuero color negro, que hacían juego con sus guantes, también de cuero color negro. Y sus pantalones eran del mismo modelo que usaban los oficiales de caballería del ejército, con aletas en ambos costados de las piernas. Como no podía ser de otra manera, la vestimenta de los patrulleros se complementaba con botas de cuero color negro. Iban montados en sus motocicletas de gran tamaño y de color negro o blanco, además llevaban gruesas llantas y un potente motor, haciendo sonar las sirenas tan alto que se escuchaba a más de dos cuadras y en todas las direcciones.
Eran admirados porque los regios trajes que vestían los hacían aparecer como si fueran autómatas del cine de ciencia-ficción, ya que montados o de pie delante de sus motos era un espectáculo mirarlos. Y eran temidos y abusivos, porque dos de los seis motociclistas se adelantaban por dos cuadras a la vistosa caravana presidencial, y con gritos de ajos y cebollas dirigidos a los conductores de los motorizados de uso público o particular, los obligaban a pegarse al lado derecho del carril, para dejar libre el carril a la izquierda, por el cual pasaban a toda velocidad las otras cuatro motocicletas, haciendo sonar sus potentes sirenas, seguidas por el auto presidencial, además de unos seis autos oficiales sin placas.
Pero, lamentablemente, los gritos contra los conductores de vehículos motorizados que se encontraban en su camino los atontaban y ponían nerviosos y lo único que hacían en ese instante era frenar bruscamente donde se encontraban y, por supuesto, provocando que se apaguen sus motores, así como la de los vehículos que venían por detrás. En consecuencia, se provocaba también la tremenda aglomeración de vehículos, en cuyo centro, queriendo o sin querer, también se encontraban las cuatro motocicletas de la Escolta presidencial, con el constante sonar de sus sirenas. Tal vez pensaban ingenuamente que, como por arte de magia, los autos detenidos en su delante se iban a elevar en el espacio y les iban a dejar la calle libre para que sigan velozmente su recorrido, y de esa manera poder llegar a su destino. Destino al que finalmente llegaban, pero con bastante retraso.
Risible situación de la famosa Escolta presidencial, el auto blindado del Presidente y además una caravana de autos negros con vidrios oscuros Rayban, que por 53 años se los siguió usando, desde 1952 al 2005, sabiendo muy bien las deficiencias de nuestras estrechas calles coloniales. ¿Qué lástima, verdad?
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