El problema del desempleo en el mundo va creciendo conforme se producen avances en la tecnología y la mecanización va camino de desaparecer. Millones de personas, especialmente jóvenes de ambos sexos, tienen necesidad de trabajo, de ocupar su tiempo en labores de producción y perfeccionamiento de sus conocimientos; todos reclaman para que la industria instalada en los países ricos y desarrollados absorba más trabajadores, más mano de obra calificada, mayor porcentaje de profesionales con alta especialización; pero la respuesta ante las demandas siempre es la misma: no hay empleo.
A pesar de todo ello, el mundo tiene que reconocer que quienes han provocado esas falencias de trabajo son los mismos jóvenes que, con el perfeccionamiento de sus conocimientos, han logrado que la tecnología avance y prescinda de mano de obra, que fábricas que precisaban contingentes de trabajadores despidan a sus empleados porque “las máquinas lo hacen todo”. Es así que, muchas veces, lo que hacían cinco operarios especializados, lo hace una computadora o un equipo de máquinas preparadas para producir más y sin límites de tiempo, sin exigencias laborales y sin mayores problemas de mantenimiento.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), dependiente de Naciones Unidas, está permanentemente preocupada por el grave problema y busca que la industria existente emplee más gente y tropieza ante el hecho de que los puestos de trabajo han sido copados por la cibernética, por el trabajo automático, por “personal” que trabaja sin límites de horarios y solo obedeciendo a programas previamente estudiados y preparados sin medir ni crear problema alguno, salvo el de mantenimiento, que en casos es ocasional. Es un trabajo, además, que no requiere pago de salarios o sueldos ni recargos por beneficios sociales ni los beneficios del seguro ni atención a la salud ni otros que un obrero común y normal, por sano que sea, precisa en su vida y en la de sus familiares.
La OIT tendrá que centuplicar esfuerzos para que la industria cree más puestos de trabajo; pero para ello deberá convencer a los ricos y desarrollados propietarios de toda la producción habida en el mundo, que inviertan y creen industrias en los países pobres y subdesarrollados que con seguridad pueden proveer de empleos a millones de personas. Muchos jóvenes pueden lograr especialización en lo que saben trabajando en la industria tradicional y, si se requiere de alta tecnología, que sean ellos los proveedores de la misma. Esta sería una forma efectiva de ayuda a los pobres, no solamente para subsistir por sí mismos sino para dar empleo a su juventud y personas mayores que con grandes ventajas y experiencia podrían obtener importantes éxitos. Frente a la pobreza, deberá ser posible la solidaridad y entendimiento de los ricos y desarrollados para encontrar solución a un problema tan latente y que es urgente solucionar.
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