Río de Janeiro, Brasil
Presidente Jair Bolsonaro no cree en las cuarentenas y ha dicho que así como la enfermedad puede matar, el hambre también
Rio de Janeiro. - Deise Geraldine es una recolectora de basura, como los muchos que generalmente se ganan la vida en Río de Janeiro limpiando las botellas o latas que los restaurantes y bares dejan en la acera en medio de brote de Covid-19.
Pero con el brote de coronavirus, que mantiene a los consumidores en casa y a los negocios cerrados, su cooperativa de recolectores de basura se ha detenido, y los miembros luchan por poner comida en sus mesas.
"¿Cuándo me quedaré sin pañales y leche para mis hijos?", preguntó Geraldine desde su casa, que tiene una lámina corrugada como techo y paredes hechas de paneles de madera delgados. "Porque nosotros nos podemos arreglar sin cosas, pero los niños no pueden", comentó.
Geraldine es miembro de la Cooperativa Popular Amigos del Medio Ambiente (Coopama), un grupo de recolectores de basura en Río.
El grupo cuenta con casi 900 miembros que recolectan y clasifican la basura buscando artículos que puedan vender a las empresas de reciclaje. Ahora, sin embargo, las instalaciones de Coopama, que alguna vez fueron bulliciosas, están vacías.
Brasil tiene más de 4.500 casos de coronavirus, más que cualquier otro país de América Latina, y sus autoridades federales y estatales están en una dura lucha por cómo contener el virus.
El presidente Jair Bolsonaro no cree en las cuarentenas y ha dicho que así como la enfermedad puede matar, el hambre también. Mientras tanto, las autoridades estatales, incluido el gobernador de Río de Janeiro, han impuesto cuarentenas de acuerdo con las directrices de las organizaciones internacionales. Pero esas restricciones han tenido un costo para los trabajadores más vulnerables.
"Esta semana, al personal no le queda nada, ni dinero para comprar sus alimentos y mantener sus gastos", dijo Luiz Carlos Fernandes, presidente de la cooperativa.
Jhonatan Ezequiel ha estado recolectando basura para la cooperativa por solo cuatro meses. Le preocupa el dinero, pero la salud es lo primero.
"Tengo mucho miedo de que algo infecte a mi familia y vea morir a mi familia y no pueda hacer nada", señaló. (Reuters)
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