Clepsidra
Desde noviembre del año pasado, dos importantes sucesos han sacudido nuestra historia, tanto nacional como internacional. Por un lado, la caída del régimen autócrata masista de Evo Morales, después de 14 años de tácita dictadura y, por el otro, la pandemia del coronavirus chino que aún asola a todo el planeta.
Ambas calamidades tienen un común denominador que las caracteriza, y es su mortífera incidencia sobre las sociedades donde se desarrollan, tal como la industria del narcotráfico, a la cual fuimos adscritos como socios proveedores de materia prima (cuándo no), integrando el primer sindicato del crimen organizado continental que se fundó bajo la careta del Foro de Sao Paulo, hábilmente digitado por Fidel Castro, Hugo Chávez y sus secuaces.
Las secuelas de ese narco connubio, al igual que cualquier pandemia, siembra con lágrimas y muerte los millones de víctimas que cobra a su paso, empero son pocos los gobiernos que se dan por aludidos, al ofuscarse con las ingentes sumas de dinero que rinde su comercio, y ese arte camaleónico de traducirse en políticas de contenido populista, que convierte a sus traficantes en egregios ciudadanos.
Es entonces cuando aplaudimos la actitud de los EEUU al acusar sin ambages al sátrapa venezolano Maduro y a su cúpula gobernante por sus nexos con el tráfico de drogas y el terrorismo internacional. Especialmente, por sus vínculos inocultables con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para exportar toneladas de cocaína a los Estados Unidos.
Tales medidas estadounidenses complican indirectamente al vicepresidente de España, Pablo Iglesias y a José Luis Rodríguez Zapatero, quienes mantuvieron una cercana relación con la dictadura chavista y con representantes de las FARC.
Dichos nexos, que no son secretos para la Agencia Antidrogas (DEA), pueden convertirse en órdenes de captura similares a las emitidas en contra de la cúpula chavista y de algunos de sus principales aliados en la región, aunque gocen del carácter circunstancial de refugiados o asilados.
Elliot Abrams, representante de los EEUU para asuntos de Venezuela, al referirse a la fuga del Gral. Hugo Carvajal, exjefe de inteligencia de Chávez y refugiado por el gobierno español de Pedro Sánchez, manifestó públicamente que dicha evasión era una gran vergüenza para el gobierno de España y no ocultaba su profunda indignación con los socialistas y comunistas, aliados de ese gobierno, bajo cuya tuición se encuentra actualmente la Central Nacional de Inteligencia.
¿Es el Covid-19 una creación maquiavélica y una estrategia para someter al mundo? Y si este fuera el caso, ¿cómo la gestaron? Si es una invención maquiavélica, ¿quién la creó? La respuesta ha originado una guerra de acusaciones y especulaciones entre potencias, y otra entre intrigantes. Lo cierto es que las coincidencias entre las feas pandemias que atribulan a la humanidad actualmente son extraordinariamente similares. Por un lado, está la del cocavirus y, por el otro, el coronavirus que nos ha recluido en un arresto domiciliario jamás imaginado.
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