El tema indispensable a tratar es el de los padecimientos de la población en esta situación de emergencia sanitaria. Tampoco se puede dejar de lado el sensible fallecimiento del señor Richard Sandoval, víctima del coronavirus, no socorrido eficaz y oportunamente, y es que este caso pinta de cuerpo entero la insensibilidad de algún personal médico y la desorganización de las autoridades concernidas. Por supuesto, destaca no ya la falta de equipos terapéuticos, sino la miseria de nuestro país en cuanto a estos recursos sanitarios. No en vano, organismos internacionales especializados han calificado a Bolivia como el país más desprotegido en materia de salud.
Antes de la pandemia abundaban lamentaciones y protestas de los enfermos de cáncer por la carencia de equipos de mitigación o ataque a esa grave enfermedad, ahora por la falta de respiradores y salas de aislamiento en los hospitales y clínicas. En relación con la población boliviana, se debería tener disponibles 3.000 respiradores, pero, miserablemente, según cálculos solo hay 30 y conforme a otras apreciaciones, existen 85 respiradores. Basta este dato para horrorizarse ante una probable fatalidad pública.
Se asegura que los 40 millones de dólares que costó la compra del avión para el ex presidente Evo Morales podían servir para la adquisición de 3.500 respiradores de primera generación, pero más pudo la comodidad y el lujo que el poder despertó en el indicado. Lo anterior es solo un capítulo de la ya iniciada diseminación y contagios del Codiv 19 y la mortandad que puede originar. Dios no quiera que sea así.
Otra parte importante de la emergencia --como volvemos a insistir-- es la falta de material e insumos sanitarios preventivos. En los hospitales no hay suficiencia de prendas de bioseguridad y otros, mientras la población deambula –con riesgo- de farmacia en farmacia sin encontrarlos. Esta carencia no es de hoy, sino que hace 20 días tampoco se los encontraba. Los ministerios de Salud, Economía, el SEDES y demás están descuidando esta urgente provisión. Los policías y efectivos de las Fuerzas Armadas los tienen, felizmente, en cambio, los médicos tuvieron que amenazar con ingresar en huelga si no se les proveía adecuadamente y parece que fueron atendidos parcialmente.
La desinfección y fumigación de mercados, supermercados, bancos y lugares públicos en general, es otro descuido que compromete con el Covid 19 a estantes y habitantes de La Paz. Como ejemplo constructivo, Santa Cruz desinfectará toda la ciudad el fin de semana, contando con máquinas motorizadas especiales para el efecto. Se aplaude la coordinación y atención de las autoridades de los dos niveles de su gobierno. Oruro, ciudad con menos recursos, lo hace periódicamente y el virus tiende a desaparecer. En La Paz no se percibe esta medida profiláctica y acciones en tal sentido están pendientes, debiendo ser iniciadas de inmediato por parte de las autoridades municipales.
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