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Entre la vida y la economía

Marcelo Miranda Loayza

Una crisis sanitaria sin precedentes viene golpeando al mundo entero, lo que antes parecía lejano o incluso sacado de alguna producción "hollywoodense" hoy es una realidad, un virus de origen chino ha puesto en cuarentena a casi todo el mundo y todavía no se ve una salida clara ante este problema, muchos auguran que todavía nos espera un largo proceso de sacrificios y aislamientos antes de que el COVID-19 sea vencido definitivamente.

Ahora bien, existen varias preocupaciones sobre qué pasará en el post virus, se prevé una recesión económica de proporciones, incluso peor a la denominada "gran depresión" de principios del Siglo XX, para algunos líderes políticos la idea de "quedarse en casa" es un suicidio económico, pues señalan que empantanar la economía en una cuarentena generalizada solo traerá consigo más desesperación y muerte, ya que para estos líderes la economía es en sí misma un bien común, por ello el "quedarse en casa" atenta contra este precepto, pues una economía sana es ante todo el cimiento de una sociedad justa. ¿Pero esto es realmente así?

En situaciones normales no habría por qué dudarlo, una economía sana basada en el libre mercado ha demostrado por siglos ser más eficaz en la hora de construir un adecuado desarrollo social y generar una buena estabilidad económica, el socialismo, por el contrario, es la receta por antonomasia para el abuso, el despilfarro y la corrupción, pero en tiempos de excepción como los que nos toca vivir, el libre mercado y la economía tienen que ceder paso a un bien superior, la vida.

Todavía hay quienes piensan que la economía es sinónimo de vida, lo que no entienden es que sin vida no hay razón para la economía, respetar la vida y protegerla no solo debe ser prioridad para el Estado, también debiera serlo para el conjunto de la sociedad.

Esta situación dramática que nos toca vivir nos está dando a elegir entre un individualismo económico y una solidaridad cimentada en la Fe. El primer camino nos llevaría indefectiblemente a la confrontación, al saqueo y por último a la violencia, mientras que el segundo nos conduciría a una sociedad un poco más justa y solidaria, donde el sufrimiento humano tendría más valía que los reportes de las bolsas de valores.

La economía también se encuentra en cuarentena, reactivarla requerirá de más sacrificios y esfuerzos, pero se puede lograr, en cambio a las personas que fallecen no se las trae de regreso con nada, pues simplemente ya no están, ¿sabremos elegir bien?

Si al final solo primase el dinero y la comodidad, está pandemia nada nos habrá enseñado, por el contrario, el egoísmo individualista habrá hecho trinchera en el corazón humano, quizás tendríamos una economía fuerte, el mercado estaría en movimiento y los estados financieros saludables, pero para la humanidad sería simplemente el principio del fin.

Todavía estamos a tiempo de elegir.

El autor es Teólogo y Bloguero.

 
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