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Coronavirus: Cuando la naturaleza le puso un freno al ser humano

Erick Rodríguez Luján

Desde la Revolución Industrial nuestra forma de usar los recursos naturales ha crecido de manera descontrolada y no hemos parado de extraer, transformar, consumir, desechar y contaminar el planeta. La demanda de recursos por parte de los humanos es cada vez mayor, no solo para satisfacer nuestras necesidades, sino nuestras ambiciones bajo los preceptos de la moda, el consumismo modelado según el añorado estilo de vida norteamericano, generando una inmensa presión sobre la naturaleza.

Existe una iniciativa elaborada por Global Footprint Network, que calcula un balance anual entre las necesidades y el consumo de los seres humanos respecto a la capacidad regenerativa del planeta, quedando como resultado que se necesita 1,7 planetas Tierra para satisfacer nuestras necesidades y bajo ese parámetro se establece anualmente el día del Exceso del Consumo de la Tierra, que el año pasado (2019) se calculó en el 29 de julio, lo que significa que hasta esa fecha ya se había consumido todos los recursos para ese año y que a partir del 30 de julio entramos en déficit y se estaba consumiendo los recursos del año siguiente (2020). Usualmente cada año la fecha estimada llega más antes, con este ritmo se necesitará al menos tres planetas Tierra para satisfacer las necesidades de los humanos para el año 2050, ¡pero no existen tres planetas Tierra!

¿Cuál es el principal problema? Es una combinación de dos aspectos, uno ya se mencionó que es nuestro estilo de consumo y gran presión sobre el planeta combinado con la sobrepoblación. A principios de 1900 los humanos eran apenas 1,6 mil millones y actualmente somos más de 7.7 mil millones de personas que tienen amplias necesidades que el mundo ya no puede satisfacer, ya que vivimos por encima de los medios que tiene nuestro planeta para sostenernos.

Existen millones de especies, pero solo una es la dominante y la población se incrementa en más de 200.000 nuevos humanos por día, cada vida adicional ineludiblemente necesita agua, alimento, refugio, energía y más. En ecología hay un concepto llamado de capacidad de carga, es un cálculo de la población que puede soportar un entorno determinado, la población humana o de cualquier especie no puede crecer infinitamente, pues existe un límite que nos impone el ambiente. Si excedemos y superamos el mismo, existen mecanismos de regulación y control natural de la población; los humanos al ser parte de ese sistema estamos sometidos a factores naturales como el resto de las especies y nos guste o no, los virus son agentes importantes que colaboran en el equilibrio ecológico, esto ya pasó antes y hoy el COVID-19 es un caso evidente.

Hemos crecido demasiado, quebrado el equilibrio, generado una gran ventaja respecto a otras especies, presionado demasiado al medio natural y arrinconando a la flora y fauna a reductos mínimos; hoy la naturaleza nos hizo sentir que somos minúsculos y no todopoderosos. Hemos tocado fondo y la naturaleza está ejerciendo el control del planeta, lo está equilibrando y nos está dando una severa advertencia que debemos tomar muy en serio, que si no lo hacemos puede desencadenar en complejos problemas para la humanidad en los próximos años, incluso nuestra extinción, estamos viviendo en una era en la que la mayor amenaza para otras especies, para el planeta y el bienestar humano somos nosotros mismos.

En las últimas décadas hemos hablado mucho, desde las cumbres de Estocolmo 1972 pasando por Río 1992, Johannesburgo 2002 y finalmente Rio+20 y hemos hecho poco o casi nada para equilibrar nuestro modelo de desarrollo económico con el entorno natural y ser sostenibles; considero que la naturaleza se ha cansado y nos está empezando a pasando la factura. El mundo puede ser suficiente para satisfacer nuestras necesidades, pero no puede satisfacer nuestras ambiciones desmesuradas y lamentablemente, como lo dijo Robert G. Ingersoll: “En la naturaleza no hay recompensas ni castigos, hay consecuencias”.

El efecto que ha producido la pandemia, es principalmente frenarnos en seco, reducir parte de nuestra sobrepoblación y es evidente que el planeta en poco tiempo que los humanos han detenido su ritmo desenfrenado por este virus y la cuarentena, ha hecho que los ecosistemas empiecen a regenerarse y restituir el equilibrio, como son evidentes los ejemplos de animales silvestres avistados incluso en ciudades de Italia, España y otros lugares, además de la importante disminución de la contaminación del aire y agua.

Si bien lo humanos usamos nuestra "inteligencia", hemos desarrollado tecnología y medicina para luchar contra las enfermedades y seguir adelante, las leyes naturales son inexorables y al intentar quebrarlas solo nos quebraremos nosotros mismos y debemos entender que somos una mínima parte de un sistema grande, complejo e incluso misterioso.

El mundo ya no es ni será el mismo, la naturaleza nos está dando una gran lección a los humanos por el comportamiento irracional y agresivo que tenemos con el planeta Tierra y los seres vivos que en ella habitan. Debemos humildemente aceptar esa lección, reflexionar profundamente, repensar nuestro modelo de desarrollo, vislumbrar un mundo diferente más equilibrado, armonioso y sostenible, ya no podemos encarar la situación de la misma forma que antes, porque ese antes era el problema.

El autor es Docente Universitario.

 
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