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Realidad del cáncer
Los pacientes con cáncer no cuenta con transporte para llegar a los nosocomios para realizar sus terapias, muchos de ellos deben realizar grandes esfuerzos para llegar a los hospitales para cumplir los tratamientos. Muchos de los afectados, a pesar de los dolores y la fatiga por la enfermedad deben llegar a pie a los centros de salud.
La señora de Florinda Ch. de 44 años de edad en su lucha contra el cáncer no tiene otra opción que realizar un largo recorrido para continuar su terapia. Hace más de dos semanas que llegó de Oruro y desde que el Gobierno dictó cuarentena nacional, con la suspensión del transporte público, se ve obligada a recorrer desde la zona Ventilla hasta el sector de Senkata de la ciudad de El Alto, para hacer su tratamiento, que le toma entre tres a cuatro horas.
Cuando está muy débil y mareada, ese tramo largo le toma un poco más de cuatro horas hasta Senkata, de donde le recoge una ambulancia para trasladarla hasta el Hospital de Clínicas, pero estos últimos días, su salud se deterioró por la preocupación por sus seis hijos. Tres personas llegaron con ella hasta la sede de gobierno para acompañarla, entre ellos su hijo menor de seis, quien llora todos los días, porque extraña a su mamá y porque a sus hermanas que lo cuidan ya no les alcanza el dinero para comprarle alimento.
La paciente está desesperada por retornar a su tierra, pero el poco dinero que trajo ya se le acabó hace varios días. Cerca de 2.300 bolivianos invirtió en su sesión de quimioterapia y medicamentos, esa plata dice que se prestó de la dueña de la casa, donde vive con sus hijos; por la falta de dinero los pequeños que la acompañan se alimentan solo con “té y pan”. En la noche, ya no les alcanza el dinero y deben dormir sin probar bocado.
Esa situación está afectando la salud de Florinda que implora al Gobierno que ayude a su familia y a otros pacientes oncológicos que por falta de dinero no se alimentan bien, y por la cuarentena no pueden conseguir transporte público para llegar a los hospitales. Asegura que esas largas caminatas empeoran su estado de salud, e incluso en una oportunidad por el sol fuerte y los efectos de la quimioterapia, estuvo a punto de desmayarse al retornar a Ventilla, donde uno de sus familiares le dio cobijo.(Agencias)
