Sálvese quien pueda

La coyuntura de la salud mundial es por hoy el tema del que todos hablan, y no puede ser de otra forma, puesto que este coronavirus hasta el momento tiene cerca de 860 mil casos de personas afectadas en el mundo entero, de las cuales más de 42 mil, lamentablemente, fallecieron.

En nuestro país, los casos ya se están presentando, en menor medida que en toda la región, pero preocupa aquí que el virus se propague de una manera exponencial, y nos deje sin argumento a favor, más allá de que estamos tomando medidas incluso de cuarentena total. Algún especialista en materia nos diría que lo vital aquí es tomar las medidas preventivas y de contingencia necesarias, para evitar que esto se propague. No obstante, nos diría también que dependemos de las condiciones estructurales con las que nuestro sistema de salud cuenta. En ese sentido, invito a los amables lectores a que analicemos cuáles fueron los esfuerzos en materia de inversión pública efectuados en el país, para con el sector salud, considerando como condiciones estructurales a la capacidad de inversión en infraestructura y equipamiento, entre otras.

En los últimos 10 años, la inversión pública promedio anual en proyectos de salud fue de $us 171 millones. Valga decir, esta inversión en salud equivale al 16% promedio de toda la inversión pública social, efectuada en estos últimos años. No obstante, esta cifra solo representa el 4% de toda la inversión pública de Bolivia. En el país, durante este mismo periodo, fueron destinados recursos a otros sectores de mayor “importancia y prioridad”, por ejemplo el gasto de inversión promedio anual para proyectos de infraestructura (carreteras, caminos, puentes, etc.) fue del 33%, para proyectos de hidrocarburos un 11%, como también un 9% para proyectos energéticos.

Lo interesante aquí es que, dentro de la inversión pública social, los sectores más relevantes en relación con la inversión total son: urbanismo y vivienda (8,5%), educación (8%), entre otros. Mientras que lo preocupante es que este 4% invertido en salud, se asemeja más a la inversión efectuada en cultura y deportes (3%), considerando que este último sector aglutina proyectos como el Museo de la Revolución Democrática y Cultural en Orinoca, estadios, canchas de fútbol, coliseos y polideportivos, que parecen ser tan prioritarios como la salud pública. Entonces la frase “entregar una cancha es como entregar un hospital”, era muy cierta y refleja la situación actual, en donde las deficiencias en las condiciones estructurales de la salud pública aumentan, peor aún ante una pandemia como la que estamos viviendo.

El panorama futuro no es muy alentador, puesto que el presupuesto 2020 destinado a proyectos de salud (formulado en septiembre 2019), considera un monto programado de $us 422 millones, en donde se muestran “las nuevas prioridades en salud”, observándose como los proyectos más importantes, según el monto de inversión, a: la implementación de los Centros de Medicina Nuclear y Radioterapia ($us 33,5 millones), pago del bono Juana Azurduy ($us 30 millones), equipamiento del Hospital de Tercer nivel de Potosí ($us 29,5 millones) o la construcción del Hospital de Tercer Nivel de Villa Tunari (Bs.- $us 29,3 millones).

Por otro lado, para este mismo 2020 se programó ejecutar la implementación del Programa Sectorial de Apoyo a Infraestructura Deportiva Nacional, cuyo monto es de $us 30 millones, mayor incluso al de los dos mejores proyectos de infraestructura y equipamiento que el país llevara a cabo en salud. Por lo tanto, bajo este sombrío panorama de prioridades, ante los problemas estructurales del sector salud y ante una pandemia, permítanme concluir diciendo: “sálvese quien pueda”.

El autor es Economista.