Adiós a Benjamín

Sin importar tu afinidad política y si vives en esta parte del mundo no te incomodara tener el rostro de Benjamín Franklin en tu cartera; los billetes en los que aparece su rostro nos otorgan poder adquisitivo y los cuidamos como oro, que es lo que antiguamente representaban. El final del papel moneda o billete como instrumento de intercambio de valor se lo viene trabajando desde hace por lo menos una década y el NO CASH (no efectivo) cada vez es más frecuente en negocios en algunos países de Europa y desde hace poco en la India; claramente con normas que regularizan su desaparición y buscando objetivos de forma: eliminar gastos de impresión, manipuleo o almacén del dinero, pero en el fondo es lograr el control absoluto de las transacciones. La resistencia a este cambio se arraiga en que se perdería el anonimato y el libre albedrío económico. Si todo fuera digital la paranoia les tocará la puerta a corruptos, narcotraficantes y evasores de impuestos, pero también perdemos un pedacito de libertad y ese fue el obstáculo casi imbatible del dinero digital.

En el amanecer del 2020, desde la tierra de la dinastía de Zhou nos llegó un migrante que paralizó nuestro planeta. Hoy ante la imposibilidad de salir a las calles, el cobrar y pagar vía transferencia bancaria es una necesidad; más aun cuando no existe un estudio que garantice que los billetes y monedas no son portadores del virus y por ahora mientras menos toquemos las teclas de los cajeros automáticos mejor, y ni hablar de hacer filas en los bancos. Al parecer es el impulso que necesitaba el dinero digital y tal vez es el principio del fin de los rostros de Benjamín Franklin o de nuestro Moto Méndez en nuestras billeteras.

Desde las treinta piezas de plata de Judas Iscariote, pasando por las macuquinas potosinas y los billetes de ultra seguridad de hoy, el dinero nos contó la historia de la humanidad a través de rostros y hoy se empieza a escribir otro capítulo. Muy prontito podrás comprar objetos que sí existen con dinero que no existe, me hace recuerdo que en Alasita compraba dinero de mentira con dinero de verdad.